Conozco una persona a la que en su ausencia le forzaron la puerta de su casa, parece que le estaban cazando la pelea, y una mujer con su hija se instaló sin el menor temor a que le pasara nada, nadita, por esa acción punible.
Cuando un amigo telefoneó al dueño para darle la noticia este casi infarta de la ira y arrancó raudo para desalojar a los intrusos. Al llegar estaban disfrutando de la televisión bien acomodados y relajados. ¡Qué clase de cara!
Antes, los vecinos que lo vieron venir, obvio que lo estaban esperando, lo calmaron. Habló con la mujer usurpadora que le explicó que no tenía donde vivir, ¡qué aguante hay que tener! Tajantemente le replicó que tenía que irse ya.
Bueno, eso esperaba él, aunque tuvo que hacer la denuncia en la Policía y personarse en la Dirección de la Vivienda con la propiedad de su domicilio en la mano para abrir el trayecto legal para expulsar a quien hizo lo que le vino en gana.
Recuerdo este caso, uno de los tantos que han ocurrido, y ocurren, porque acaba de publicar el Portal del Ciudadano del Gobierno en Villa un plan de acción para contrarrestar ilegalidades en viviendas y locales ocupados.
De la advertencia, hecha con mano de seda, ¿haría falta connotarlo?, trasciende que ese modo de actuar se ha disparado por personas que quieren cañonear bajo el chantaje, justo el calificativo, ¿de acuerdo?
La comunicación gubernamental deja claro que con humanismo y sensibilidad en Villa Clara continuarán atendiendo los problemas de vivienda para resolverlos de acuerdo con las características de cada caso, dentro de estrictos marcos legales, mediante acciones claras, coherentes y firmes.
¡Paradojas de la vida! Precisamente de ese humanismo y sensibilidad, inherentes a la Revolución, tratan de aprovecharse y, a veces, lo logran, estas personas que ocupan ilegalmente casas o instalaciones estatales.
Muchas veces las que concretan la acción resultan mujeres con niños para transmitir una imagen conmovedora y de desesperación, mientras otros involucrados permanecen a la sombra por si acaso no les sale la jugada como suele ocurrir: la entrada fácil y la salida sin ir a parar a los tribunales.
Correcto el tratamiento mesurado a pesar de la flagrante transgresión en que incurren, y la investigación que conlleva para esclarecer, pero esta debe ser, pienso, con los dueños legítimos dentro de su casa y los usurpadores ¡fuera!
No se tienen noticias de que alguien ocupe de manera ilegal una vivienda o un local en cualquier lugar del mundo sin que tras la denuncia inmediatamente lo desalojen y sometan a un proceso judicial.
Si por casualidad opone resistencia lo que le ponen es más con mucho sin la menor contemplación. ¿Alguna duda?