María —yayabera octogenaria— solo atinó a alzar sus brazos al cielo como muestra de agradecimiento cuando confirmó con sus propios ojos lo que tanto se hablaba en el consejo popular Jesús María, de Sancti Spíritus: muy cerca de su casa, la barriada de Agramonte despertó tras un larguísimo letargo. Nuevos colores, cero maleza tupida, luces en varias calles… así se disiparon muchas de las quejas que por años persistieron en una de las zonas más longevas de la cuarta villa de Cuba.
Tampoco creyó, hasta que lo corroboró en el lugar, que los nietos de la vecina Claritza duermen más desahogados por las camas entregadas; que comprar en la bodega ya no es un peligro, como lo era debido a su deplorable estado constructivo, y que al terreno de softbol le nacieron un gimnasio biosaludable, una academia de ajedrez y una cancha de voleibol.
Esos y otros muchos cambios son hijos del programa de transformación integral ejecutado en la circunscripción 57 del referido consejo popular, que tiene más de 2 700 habitantes. Se lo explicaron así a María en plena calle, cuando el revuelo por la presencia del Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, puso patas arriba a la comunidad.
Ella —quien asegura no perderse ninguna emisión del Noticiero Nacional de Televisión— sabe que es una estrategia de trabajo que apuesta por tocar la Cuba profunda. Que no es nada nuevo en el país y mucho menos en Sancti Spíritus, donde en 2014 el programa integral de atención comunitaria tocó a las puertas de una treintena de consejos populares y a más de 160 pueblos o asentamientos de todos los municipios se les rehabilitaron cientos de locales, proceso que concluía con ferias populares los fines de semana.
Pero por haber visto demasiado —como siempre dice para reafirmar que conoce más por los años que por sus escasos estudios—, a María le preocupa que tanto hacer quede en la fiebre del entusiasmo. «Si no se vuelve hábito mantenerlo, muy pronto volverá a dormirse el Agramonte», refiere.
Una preocupación que también está en la agenda de la máxima dirección del país: «En las últimas tres visitas a barrios en provincia encontramos que no tienen la solidez del trabajo que hemos visto en otros lugares. No quiero que esto vuelva a caer en una rutina. La vida demostró que hay bastantes problemas acumulados en los barrios, que hay que resolver y enfrentar. Todo el mundo no lo está haciendo con la misma creatividad, insistencia y con el mismo tipo de participación», expresó la semana última Díaz-Canel durante la reunión ampliada del Secretariado del Comité Central.
Y tan peligroso como la falta de constancia en el accionar es no comprender la trascendencia del concepto de transformación, no intervención: «Es colocar en el lugar que le corresponde al verdadero Poder Popular. Y desde el Gobierno, claro está, toda la ayuda», dejó como clave en su cuenta en Twitter, el Primer Secretario del Comité Central del Partido.
Por eso María añora que, junto con el cambio de fachadas, se protejan todas las raíces culturales que se cobijan alrededor del cabildo Luz Divina de Santa Bárbara —corazón de su consejo popular—. Que se pongan las manos en los hombros de la juventud, que por mantenerse desvinculada del trabajo o el estudio prefiere pasarse las horas sentada en las aceras o en el «invento». Que se viabilice el otorgamiento de círculos infantiles a madres solteras con varios descendientes. Que los trabajadores sociales toquen con mayor sistematicidad los hogares más vulnerables. Que se pregunte, se indague, se controle y se escuche sobre necesidades y anhelos…
Al final, ese ha sido el principio fundamental de un camino con más de seis décadas de vida. Solo así se palpa el verdadero éxito de cada transformación integral a nuestros barrios y comunidades: devolverles los colores y sonidos de sus locales y almas. En ese sentido, la convocatoria es un hecho, mas queda mucho por hacer para un despertar definitivo.
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