Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cualquier cuidado es poco

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

¿Sabe usted cómo proceder para cuidar a una persona enferma de COVID-19 en su casa? No debe ser usted un médico o enfermero, sino que es su familiar y será la persona más cercana.

Recientemente, el Grupo Temporal de Trabajo para la prevención y el control del nuevo coronavirus aprobó una actualización del protocolo para el diagnóstico y el manejo clínico de pacientes confirmados, sospechosos y contactos, y se estableció que, a partir del resultado positivo, los pacientes cumplirán 14 días de aislamiento domiciliario y bajo una vigilancia clínico-epidemiológica por parte del personal de la atención primaria de salud, que permita detectar la aparición de síntomas.

Es vital entonces que cada uno de los convivientes cumpla las recomendaciones orientadas por la Organización Mundial de la Salud, no solo para cuidar al enfermo sino para evitar el contagio en el hogar de los que están sanos.

En ese sentido, se sugiere que la persona enferma beba mucho líquido y descanse, que respete el tratamiento prescrito cuanto antes, que se mantenga ventilado el hogar, que no se reciban visitas y que no tenga contacto con los demás en las áreas de uso común de la vivienda.

Es importante tomar en cuenta que los espacios comunes, los muebles, las superficies… todo debe ser desinfectado, y que el lavado de las manos de todos debe ser frecuente. La persona que esté al cuidado directo del enfermo no puede ignorar las medidas sanitarias de control, porque cortar la cadena de transmisión es primordial.

Claro que hay que monitorear a diario la salud de todos los miembros de la familia, y ante la gravedad o la presencia de algún síntoma preocupante, acudir al médico. Quedó establecido que al ingreso en instituciones irán los positivos de bajo riesgo con síntomas moderados, así como los de mediano y alto riesgo que manifiesten síntomas leves o moderados.

Quienes continúen siendo positivos a la COVID-19 por 14 días o más, serán dados de alta con seguimiento en el hogar en caso de que se encuentren bien, desde el punto de vista clínico.

No siempre es posible, por las condiciones arquitectónicas de la casa o la cantidad de personas que viven en ella, realizar el ingreso domiciliario, por eso quedó claro en la implementación de estos nuevos protocolos que los pacientes cuya vivienda no reúna condiciones para el cumplimiento de las medidas de aislamiento y tratamiento o a quienes la distancia y el acceso al consultorio no permita darles un seguimiento diario a su evolución médica, deben ingresar en instituciones de salud.

Tampoco permanecerán en casa los menores de 12 años, embarazadas y puérperas, niños de 12 a 18 años con patologías crónicas asociadas ni pacientes con enfermedades crónicas descompensadas o en condiciones clínicas que pudieran llevarlos a la gravedad.

¿A dónde nos lleva este «recordatorio» de las medidas anunciadas hace pocos días? A reflexionar en torno a la responsabilidad familiar. Si el Sistema de Salud acoge, y es su deber, a los que necesitan la atención medida de urgencia, y destina recursos y personal en el área de salud de la comunidad para el seguimiento a los que quedan en su residencia, no es para dejarlo todo en sus manos.

La contribución primera, y ante todo por nosotros mismos, es evitar el contagio con la enfermedad, que ya bastante azota y golpea nuestra vida cotidiana. Pero si, a pesar de todo, sucede, nos corresponde en el hogar extremar las precauciones y cuidar la salud en ese entorno.

Recordemos, además, que puede que convivamos con niños, con adultos mayores, con personas con discapacidad… y en cada caso, cualquier cuidado será poco.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.