¿Cómo es la vida de quienes se dedican a cuidar la de los demás? El médico, el policía, el custodio, el amigo incondicional… los científicos. Ellos, quienes dedican años a la investigación de nuevos productos que puedan aliviar o sanar a quienes padecen determinadas enfermedades, permanecen por completo en el anonimato. ¿Qué seríamos sin sus horas de desvelo, de estudio, de preocupación?
Si el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), fundado el 1ro. de julio de 1986, tiene más de 200 registros sanitarios en una treintena de países y ofrece productos biotecnológicos para la prevención, el diagnóstico y tratamiento de casi 30 enfermedades, es porque en sus áreas trabajan personas comprometidas con el bienestar y el progreso de la humanidad.
De ellas brota el interés por la humanidad toda, y por eso es menor la cantidad de personas cuyos pies deben ser amputados, gracias al Heberprot-P. A ellos les preocupó la hepatitis B, la meningitis, los disímiles tipos de cáncer, eliminar la garrapata del ganado bovino y en los últimos tiempos, desarrollar candidatos vacunales como Abdala y Mambisa que le permitan a Cuba ser un país soberano en el enfrentamiento a la COVID-19.
Esas almas nobles están signadas por la humildad, pero cualquiera de ellas pudiera vanagloriarse de cada vida que salvan, de sus investigaciones desde el clonaje y la expresión de proteínas con técnicas de recombinación de ADN hasta la producción en escalas industriales y comercialización de sus productos.
Todos y cada uno le aportan al desarrollo socioeconómico de Cuba de poner el nombre de la ciencia cubana al servicio del mundo entero y cumplir la profecía de Fidel cuando aseguró que «el centro es grande, pero yo espero que sean grandes también los resultados científicos que obtengan en este centro».
Es el CIGB una institución emblema de nuestra biotecnología. Lo es por la calidad profesional y la entrega de quienes en ella laboran y por el interés gubernamental de brindarles a ellos los recursos que requieren para realizar sus hazañas.
Y, porque han logrado en estos 35 años de existencia una presencia a nivel mundial que demuestra, a pesar de las carencias impuestas por el bloqueo norteamericano a nuestro país, que el futuro puede construirse y protegerse, sobre la base del desarrollo científico.