La persistencia de pasar de la alerta a obrar resueltamente con un golpe sistemático contra los delincuentes, única manera, incluso, de desalentar a los propensos a delinquir, refleja ahora un horizonte más promisorio para acabar o, al menos, menguar la impunidad con que se han acostumbrado a actuar determinados sujetos.
Aun en medio de este contexto extremo en el que muchos arriesgan hasta la existencia a favor del prójimo, hay camajanes afilándose los dientes detrás de los pesos sucios con sus impúdicas jugarretas, sin importarles un comino el drama entre la vida y la muerte que vivimos.
Envalentonados, quizá, por la propia costumbre de que algunos han cogido a dos manos sin que les haya pasado nada, los hay que cierran sus oídos a las advertencias y, consecuentemente, siguen en su rutina delincuencial, a pesar de apreciar las barbas de su vecino arder. Y, por supuesto, han ido a parar a la cárcel.
Otros más precavidos se aguantan, esperando que baje la marea, es decir, que afloje la vigilancia y se les pase el impulso a las autoridades cuando sea historia la coyuntura actual o haya aflojado.
Basan esa disquisición recordando aquellos ejercicios masivos de vigilancia que se realizaban. Entonces, en ese lapso actuaban casi como santos, y luego que concluían los adiestramientos volvían a sus andanzas con mayor ahínco.
Soñar, ya sabemos, nada cuesta, pero sí parece ser que este mayor acecho llegó para quedarse, incluida una mayor divulgación de los hechos, porque resulta una contundente manera de realizar prevención esa de mostrar cómo se desbarata el andamiaje delictivo y luego las sanciones.
De hecho se está haciendo lo que ha sido un reclamo de la población, el de endurecer la persecución, y aún les parecen benévolas las sanciones.
Sin embargo, no son pocos los que andan desbocados por ahí, prestos a dar el gran, mediano o sencillo arañazo, a pesar de la amplia difusión de lo que les iba a caer encima.
Solo en Villa Clara se han ejecutado más de cien procesos penales que incluyen receptación, desacato y acaparamiento, propagación de epidemias, desobediencia y hasta atentado a la autoridad.
Hay más: están en desarrollo investigaciones sobre hechos de actividad económica ilícita, como desvíos considerables de alimentos y otros recursos de primera necesidad.
Muy acertado este camino de enfrentar sin titubeo las ilegalidades, sustentado, pienso, en la simple filosofía de que para revertir la situación de desorden hay que proceder de manera decidida contra aquellos que la quebrantan. Así de lógico, así de sencillo.