El incremento diario de personas asintomáticas confirmadas como positivas al SARS-CoV-2 en Cuba no puede ser solo una preocupación del Ministerio de Salud Pública, de los gobernantes y los políticos, tiene que ser una inquietud colectiva de los cubanos.
Según el parte diario, de los 50 casos confirmados al cierre del día 20 de abril del corriente, el 31 por ciento no mostraba síntomas, por tanto un número considerable de esas personas anda entre nosotros en las calles y puede ser fuente de contagio del SARS-CoV-2, una amenaza invisible que no acabamos de entender.
En la Isla de la Juventud, por ejemplo, territorio con algo más de 84 000 habitantes que se coloca hoy en el número uno del mórbido «Hit Parade», con una tasa de transmisión de 38,1 (con 32 casos positivos), cerca de la mitad de esa cifra se contagió en las escaleras de dos edificios multifamiliares.
Los pasamanos fueron el objeto contaminante de marras, según confirmaron especialistas de salud, pero pudieron ser también los picaportes, las paredes y los altos niveles de socialización en el inmueble ya que todos los que vivimos en este tipo de edificaciones, conocemos cómo funciona la convivencia colectiva: A veces salimos a pedirle a la vecina un poquito de sal, a comentar la novela de turno o lo compleja que está la situación con el «maldito virus» y como estamos «seguros» en casa no cumplimos cabalmente la norma vital de lavarnos las manos o desinfectar los zapatos y las ropas (¿Para qué, si estamos en familia?) y sin darnos cuenta, somos parte de la infraestructura invisible que facilita la propagación.
A veces es difícil aplicar hasta la ciencia porque, según la Sicología, la repetición es un elemento eficiente para el aprendizaje… y sin embargo algunos han tirado en saco roto esa teoría. ¿Cuántas veces se dice, redice y recontradice por los medios de comunicación, las patrullas del Minint, las personas con sentido común, y todavía no se logra la suficiente percepción del riesgo para romper la cadena de contagios y que todos se queden en casa?
Es cierto que el principal problema del aislamiento social es, precisamente, aislarse: Hay tantas cosas que queremos buscar en la calle —dicen—, como las provisiones y medicamentos…
No importa que el gobierno local acerque esos servicios a la casa: algunos sienten la necesidad de salir, de marcar en las colas —por cierto interminables en tiempos de la COVID-19— y así no hay quien evite la propagación.
¿Será que nadie se percata de que la cantidad de confirmados positivos en los últimos días, salvo mínimas excepciones, son todos cubanos? Ya no hay contacto con extranjeros ni con viajeros, por tanto, ese mismo que ahora está junto a usted puede ser (o no) el asintomático que lo contagie. Ya habrá tiempo para confraternizar, porque hoy, amigos lectores, nos puede costar la vida.