Pocos hombres en el mundo son capaces de trascender una época para posicionarse en el presente como referentes idealistas de sociedades en transformación. En nuestro país, varios patriotas han inmortalizado su nombre y sus pensamientos a lo largo del proceso revolucionario. El Héroe Nacional, José Martí, es el símbolo de esa eternización espiritual que en todos los tiempos ha llenado de inspiración cada lucha.
La juventud cubana, como principal exponente de la resistencia y de los cambios populares en el país, lleva intrínsecos los valores del Apóstol como única vía para preservar las conquistas. Así lo hizo el Comandante en Jefe, Fidel Castro, cuando protagonizó junto a la Generación del Centenario aquel asalto a la gloria, el 26 de Julio de 1953.
Y es que Martí siempre tuvo la hidalguía, como buen visionario, de alertar y educar a las nuevas generaciones. Nos dijo un día que «la juventud debía ir a lo que nace, a crear, a levantar a los pueblos vírgenes». En esa síntesis de pensamiento nos encomendó el servicio más puro a la Patria, sin desviar nunca el camino hacia la igualdad y la justicia social.
Siempre confió el Apóstol en el presente de Cuba y en el futuro sin ataduras coloniales que los jóvenes podían construir para esta. Magistral resultó el discurso Los pinos nuevos, aquel 27 de noviembre de 1891, en Tampa, a propósito del fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, en el que Martí abogó por la mayor imbricación entre las nuevas y viejas generaciones de cubanos en el propósito independentista que se forjaba desde el exilio.
Sin embargo, en la actualidad es otro Martí el que llega idealizado a los jóvenes. Ya Cuba se convirtió hace más de 60 años en el sueño perenne de nuestro Héroe, en una República «con todos y para el bien de todos». Hoy el combate para la juventud no es en el campo de batalla bélico, aunque sí en el de las ideas, defendiendo la soberanía e independencia alcanzadas.
Cada estudiante revolucionario es un ente proactivo que ayuda a edificar la realidad, apegado siempre a nuestros tiempos y a la ideología martiana.
Cuando se vuelve a avizorar «con esa fuerza más», el poderío estadounidense sobre la América Latina, nos toca a los jóvenes sobreponernos a las dificultades con la inteligencia que impone el momento, porque como bien dijo Martí: «La Patria se cimenta sobre un único sostén: los hombres de pensamiento propio».
Nadie podrá dividir a los jóvenes ni podrán desvirtuar al hombre que simboliza para la nación independencia y antimperialismo. Deben entender esos que mancillan que un hombre como Martí va más allá de una tendencia política, es el referente que crece y se empina tantos años después, como un héroe de juventudes.