Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El profe Faure

Autor:

Margarita Barrios

Era habitual verlo con los muchachos de la FEU. Su presencia en cada actividad se esperaba. Él no permitía halagos desenfrenados ni grandes homenajes, pero todos sabían que allí estaba un héroe. Y es que su historia revelaba momentos de admirar, como aquel en que fue «a ajusticiar al tirano Fulgencio Batista en su propia madriguera».

Vestido de civil, y sin otros atributos que «el profe Faure», como le gustaba que le llamaran, a pesar de ser Comandante del Ejército Rebelde, mostró siempre su apego a la FEU, de la cual formó parte en los momentos más difíciles y dirigiendo su brazo armado: el Directorio Revolucionario.

Había nacido en Manatí, en la otrora provincia de Oriente. Y cuando la colina de la Universidad de La Habana fue testigo de manifestaciones estudiantiles contra el Gobierno de Fulgencio Batista en la década del 50 del pasado siglo, allí estaba el joven Faure, quien junto a sus compañeros desafiaba los chorros de agua de carros bomberos de la tiranía y las escalofriantes sirenas de los autos patrulleros que arremetían contra los mítines del estudiantado.

Quizá por modestia o tal vez porque haber trabajado muchas veces en silencio, preparando acciones revolucionarias, le formaron una personalidad extremadamente discreta, no le gustaba dar entrevistas a la prensa. Sin embargo, hace algunos años concedió unas palabras a Juventud Rebelde, en las cuales afirmó que, «el verdadero universitario, es en primer lugar, un revolucionario que, además de ser buen estudiante, debe manifestar en su conducta un elevado nivel cultural. Un concepto válido para todos los tiempos».

Y así eran siempre sus consejos de amigo y sus reprimendas de padre con los muchachos de la FEU, quienes no pocas veces escucharon sus consejos y recomendaciones, aquellas que venían del aval de un hombre que había conocido de cerca cuánto había que luchar para tener una universidad y un país digno y soberano.
El asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957 marcó un hito en Faure Chomón Mediavilla, quien resultó herido en la acción. La persecución de la policía y el ejército batistianos hizo que la Dirección del Movimiento lo enviara al exilio, en su condición de secretario general del Directorio después de la muerte de José Antonio Echeverría, para aglutinar fuerzas y armas con el propósito de abrir un frente guerrillero en alguna serranía propicia para ello en Cuba.

En otra parte de aquella pequeña entrevista dijo, además, que «con el levantamiento del 13 de marzo de 1957 cumplíamos, según entendimos nosotros, con el compromiso de José Antonio Echeverría con Fidel.

«Si no hubiera caído (José Antonio) en el combate que se impuso cuando cumplía la segunda parte de su plan de llegar a la Universidad, habría continuado hacia el combate de Palacio, donde su presencia habría cambiado la situación. Su prestigio revolucionario habría convocado a todas las fuerzas dispersas por los alrededores, empujando a los indecisos o impulsándolos para rescatar el camión con las armas para la operación de apoyo.

«Hoy estaríamos recordando otra más grande batalla que la que dio aquel 13 de marzo. Para José Antonio era también una cuestión de honor cumplir al máximo como lo hizo, hasta caer en combate, aunque Fidel prefería que hubiese estado en la Sierra Maestra con él».

El empeño revolucionario de Faure no lo frenó a pesar del exilio obligado. En febrero de 1958 encabezó una expedición conformada por un pequeño grupo de combatientes y abrieron un frente en el Escambray. Cuando arribó la Columna 8 Ciro Redondo, con el Comandante Ernesto Che Guevara al frente, en octubre de 1958, se unió a la tropa del Directorio y surgió el Frente de Las Villas, en el cual el Comandante Faure también tuvo una destacada participación.

Luego del triunfo revolucionario desempeñó importantes responsabilidades políticas y gubernamentales, entre ellas, embajador de Cuba en la antigua Unión Soviética, Ecuador y Vietnam; también fue ministro de Comunicaciones, y del Transporte; primer secretario del Partido en Las Tunas, y finalmente asesor del Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Diputado desde la constitución de la Asamblea Nacional del Poder Popular en 1976, así como fundador del Partido, donde integró el Comité Central y fue miembro de su Secretariado.

Todos esos atributos lo hicieron merecedor del respeto de los cubanos y, en especial, de los jóvenes universitarios, para los que siempre estuvo cerca «el profe Faure».

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