Quién hubiera asegurado hace 13 años que con la llegada del presidente indígena Evo Morales Ayma a la presidencia de Bolivia, este país por primera vez en su historia comenzaría una línea recta de estabilidad política, impulso económico y desarrollo social que ha beneficiado a la inmensa mayoría de sus pobladores.
Los escépticos y las fuerzas de derecha en Latinoamérica aún no lo quieren entender, pero como afirmó recientemente Evo, la estabilidad económica de su país es un ejemplo a seguir por el mundo.
Durante 2018 Bolivia se consolidó como uno de los países en América Latina con más adelantos en la esfera económico-social, tras alcanzar un crecimiento de 4,7 por ciento y un Producto Interno Bruto (PIB) de 40 000 millones de dólares.
Resulta sumamente importante que cuando en Latinoamérica se imponen agresivas políticas neoliberales y de privatización impulsadas desde Estados Unidos con el aval de varios organismos financieros internacionales, el ministro de Economía y Finanzas Públicas de Bolivia, Mario Guillén, asegure que la nacionalización de los recursos naturales ha sido el pilar fundamental para entender el éxito del modelo económico de su país.
Agregó Guillén que ese modelo permitió que el Estado se apropiara del excedente económico, cuyos recursos se invierten en la construcción de una economía de base productiva y se redistribuyen a través de bonos a la población, inversión pública, aumentos salariales y subvenciones cruzadas para erradicar la pobreza y reducir las brechas entre ricos y pobres.
De esa forma se impulsó la demanda interna, lo cual en un contexto de crisis económica internacional de alta volatilidad e incertidumbre se ha convertido en el principal motor de crecimiento económico.
Y observen la relevancia que ha tenido el sistema adoptado, pues si en 2005 cuatro de cada diez personas vivían en condiciones de extrema pobreza, sin satisfacer sus necesidades básicas alimentarias, actualmente ese índice disminuyó a la mitad, es decir, solo dos de cada diez personas aún viven en esas condiciones.
Cuando en 2006 Evo toma posesión de la primera magistratura, las características en Bolivia eran la inseguridad política ciudadana, con una gran pobreza, falta de educación y de atención a la salud del pueblo, mientras que la economía sufría un saqueo indiscriminado.
A partir de ese año, se toman una serie de medidas para nacionalizar empresas y riquezas productivas, mineras y de servicios, y comienza una etapa para dejar atrás más de dos siglos de explotación por parte de Gobiernos extranjeros y compañías transnacionales con la anuencia de las oligarquías criollas.
Anteriormente, sus principales productos energéticos y empresas públicas creadas por la revolución de 1952 habían sido privatizadas o vendidas a precios de remate. Este proceso se acrecentó entre 1985 y 2005 durante los Gobiernos neoliberales, ya que el Estado dejó de controlar el 70 por ciento de la actividad productiva y su principal industria, Yacimientos Petrolíficos Fiscales Bolivianos (YPFB), recibía regalías de solo 18 por ciento por parte de las transnacionales.
Para el 1ro. de mayo de 2006 se nacionalizó la industria de los hidrocarburos y se estableció una política de retención del sector, dividido en 50 por ciento de regalías, siete por ciento en ganancias recuperables de empresas operadoras, de YPFB y pago de impuestos y patentes. De esa forma se aseguró que el Estado y el pueblo obtuvieran un ingreso en los primeros seis años de 12 424 millones de dólares, un promedio de 2 000 millones de dólares anuales.
Además, en estos 13 años se promovió la recuperación de riquezas y recursos como un hecho de justicia social, económica y política, lo que permitió disminuir la pobreza y dinamizar la economía familiar; se llevó a cabo una modernización del transporte con la puesta en marcha del teleférico más largo del mundo, que cuenta con siete líneas, 20 kilómetros de recorrido y 125 millones de pasajeros transportados desde su inauguración, contribuyendo adicionalmente al desarrollo del turismo.
Las profundas transformaciones han logrado sacar de la miseria, la ignorancia y la discriminación a la mayoría de la población, y una de las primeras tareas acometidas por el Estado Plurinacional fue implementar un programa que eliminara la ignorancia extrema de millones de bolivianos, con ayuda de especialistas cubanos y venezolanos. En 2010 la Unesco declaró al país Libre de Analfabetismo.
Son muchos los beneficios y uno de los principales es que a nivel regional Bolivia dejó de ser uno de los países más pobres. La tasa de desempleo abierto urbano registró una reducción sustancial al pasar de 8,1 por ciento en 2005, a 4,5 por ciento en 2017. El PIB creció desde el 2006 a un ritmo promedio de 4,3 por ciento mientras los programas sociales resultaron amplios y variados.
Resultan aleccionadores los adelantos del Estado Plurinacional en solo 13 años. Sería prudente que otros países pobres de América Latina dejaran de mirar hacia el Norte y comenzaran a tomar políticas económicas y sociales que ayudaran a sus ciudadanos como lo ha hecho Bolivia.