HACE años había en Miami un personaje que era director de la emisora de radio en español más popular de la ciudad. La emisora, bajo su dirección, empezó a perder audiencia desde el mismo momento en que el personaje ocupó su cargo. El hombre, aparte de ser un incapaz de marca mayor, era un pedante insoportable que estaba en la creencia de que se las sabía todas y de que era el centro del mundo. Lo increíble de aquella pedantería insoportable era que, cuando le preguntaban por lo que iba a hacer para levantar la audiencia de la emisora, contestaba que le iba a dedicar más tiempo, es decir, decía que iba a hacer justamente lo contrario de lo que debía de hacer.
Saco a colación el caso de aquel personaje miamense del siglo pasado porque al leer un reportaje publicado en The New York Times me entero de que Donald Trump espera dedicarle una inmensa cantidad de tiempo a defender la campaña de los candidatos del Partido Republicano en las elecciones de mitad de término que se llevarán a cabo en EE.UU. en el próximo noviembre.
Trump, que ha llevado a dicho Partido al borde del precipicio, quiere de dicarle más tiempo a este, parece que para terminar de hundirlo en el barranco. No creo que muchos de esos candidatos tengan ganas de que el Presidente haga campaña electoral a su favor. Es verdad que Trump tiene una sólida base que lo apoya ciegamente, pero esa base no es mayoritaria en el país. Además, como es un hombre que crea grandes pasiones, sus adversarios están más que motivados para salir a votar en contra de sus candidatos.
Los republicanos componen el 26 por ciento de los que están inscritos para votar en Estados Unidos, y de ese porciento el 88 apoya a Trump, lo que quiere decir que solamente el 23 por ciento de los electores inscritos para votar apoyan al Presidente. En muchas de las elecciones que se han llevado a cabo en el país desde que Trump llegó a la presidencia, los candidatos que este ha apoyado han perdido.
Estas elecciones de medio término son muy importantes para los demócratas, ya que tienen una gran oportunidad de volver a poseer el control de por lo menos una de las dos cámaras del Congreso. Es en la Cámara de Representantes donde más oportunidades tienen de ganar. Los demócratas necesitan 24 puestos para controlarla, cosa que no es nada difícil. Históricamente, en este tipo de elección, el Partido que ostenta el poder de la Casa Blanca siempre ha tenido grandes pérdidas de curules. Es como una maldición de medio término.
Reagan perdió 27 en 1982; Clinton, 54 en l994; Bush, 30 en 2006; y el récord se lo llevó Obama, que perdió 64 en 2010, así que lo asombroso sería que un presidente tan impopular como Donald Trump no vaya a tener grandes pérdidas en este 2018. Pero bueno, eso no quiere decir nada, ya que con este hombre no hay nada predecible y eso quedó más que comprobado cuando, contra todos los pronósticos y contra viento y marea ganó las elecciones presidenciales de 2016.
Si las cosas en la Cámara de Representantes le deben de ir bien a los del Partido Demócrata, las del Senado no parece que sean tan factibles. Los 435 congresistas tienen que ir a elección, pero solamente una tercera parte del Senado tiene que hacerlo. En estos momentos el Senado está compuesto por 51 senadores republicanos y 49 demócratas, así es que los demócratas tendrían que ganar al menos dos escaños para poder controlarlo. El problema es que de esa tercera parte de senadores que irán a elección en noviembre, hay por lo menos diez demócratas que van a ir por estados en que tienen mayoría los republicanos, o por lo menos en donde estos ganaron con cierto margen en las elecciones de 2016. No es que sea imposible que el Partido Demócrata se haga con el control del Senado, pero le va a ser bastante difícil poder lograrlo.
En realidad, no recuerdo ninguna elección de medio término en Estados Unidos que haya sido tan esperada como esta. Tanto seguidores de Trump, como los enemigos de este, tienen las esperanzas de ganar. Los amigos del Presidente esperan que su Partido siga manteniendo el control de ambas cámaras para así poder evitar que este sea llevado en un futuro a un juicio político, mientras que los enemigos quieren que suceda lo contrario para tener la posibilidad de hacerlo, si es que llega un momento propicio para realizarlo.
Todavía falta mucho tiempo para lanzarse a hacer un pronóstico certero de lo que va a suceder en esas elecciones de noviembre. Por lógica, los demócratas deben de ganar por lo menos la Cámara de Representantes, pero la verdad es que, desde que Donald Trump gobierna en EE. UU., la lógica ha dejado de ser lógica.