Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Guerra civil? ¿Nacionalistas?

Autor:

Rolando Rodríguez*

Hace poco en un canal de la Televisión Cubana se exhibió una película relacionada con la guerra que asoló a España, desde mediados de julio de 1936 hasta abril de 1939. Para mi sorpresa, quien comentaba el filme se refirió al conflicto del país ibérico como «guerra civil» y al bando de los acaudillados por el general Francisco Franco, como «nacionalistas». Siento tener que expresar mi inconformidad con estas catalogaciones.

Puedo entender que en una conversación corriente y por un arraigado hábito, se titule de «civil» a aquella guerra, pero nunca que no se aclare que si en parte hubo un conflicto entre españoles —no hablo de pueblo, sino de ciudadanos—, no se haya valorado que del lado de Franco hubo no cientos, sino decenas de miles de marroquíes, italianos y alemanes, los primeros llevados por los militares españoles que se alzaron el 17 de julio (no el 18, en el entonces Marruecos español); los segundos, enviados por Mussolini, los llamados Corpo Truppe Volontarie —de 50 000 a cien mil hombres—; y los terceros, la Legión Cóndor —unos 20 000—, formada sobre todo por aviadores, artilleros y tanquistas, por Hitler. No cuento la cantidad enorme de material de guerra enviado por Italia y Alemania.

De parte de la República, Gobierno legítimo del Estado español, estuvieron miles de antifascistas, de decenas de nacionalidades, entre ellos más de mil cubanos que pelearon en su ejército, en no poca medida mediante las Brigadas Internacionales. No cuento la extraordinaria ayuda enviada hasta el final por la Unión Soviética. Pero no será por estos defensores de la República que trataré de titular la contienda de otra forma y no de civil. Durante la guerra la prensa cubana —y supongo no solo esta— la llamó española. Solo casi al entrar Franco en Madrid, vería por primera vez calificarla de civil. Quizá para ocultar el sucio papel del Comité de No Intervención, en el que Inglaterra y Francia dejaron hacer y deshacer a Mussolini y Hitler. Así las cosas, la guerra, de manera más exacta y verdadera, cabría llamarla guerra española —porque se desarrolló en territorio de ese Estado—, nacional antifascista o nacional revolucionaria —al gusto de la historiografía soviética. Por tanto, nunca para un discurso en público o público, la llamaría civil, y menos si lo hiciera desde una cátedra. No me vale que me digan que fue civil porque hubo españoles en ambos bandos. En la guerra de liberación vietnamita hubo ciudadanos de ese país en ambas partes, pero nadie ha osado nunca llamarle civil. Pero lo que me resulta totalmente inaceptable es el calificativo de «nacionalistas» a las tropas que luchaban junto a Franco.

Se sabe que la prensa internacional les llamó, durante los primeros tiempos de la lucha «insurrectos» o «rebeldes», pues el inicio de la conflagración tuvo que ver con el alzamiento de los militares contra la República española, conjurados bajo la batuta del general José Sanjurjo, y cuando este en los preliminares se mató en un accidente de aviación, fue sustituido por el general Francisco Franco, que prácticamente le ganó la mano al general Emilio Mola en las reuniones de los mandos rebeldes, que lo eligieron, pues sabían que sin mando único no ganarían la contienda. Pero al paso de los meses, la propaganda de los rebeldes le exigió a los periodistas que informaban, desde sus trincheras, que no les llamaran más rebeldes o insurgentes, sino «nacionalistas» —como ellos comenzaban a autotitularse— y a los defensores de la República, rojos, pues si no, tendrían que abandonar sus posiciones.

Por cierto, cuando Mola también pereció en otro accidente aéreo ya Franco tuvo el camino expedito para convertirse en el Generalísimo, y «Caudillo» de España, según se titularía poco después, «por la Gracia de Dios». Franco fue aliado de Hitler y Mussolini a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. Desde los primeros tiempos de la guerra nacional antifascista del pueblo español, los insurgentes copiaron el saludo fascista, brazo en alto, y se llegó al extremo de enviar la llamada División Azul a luchar, junto a los nazis, contra la Unión Soviética.

Franco y su régimen cambiaron apresuradamente de bando cuando el nazifascismo perdió la guerra, y, no mucho después, de forma sorprendente, asombrosa, Estados Unidos lo hizo su aliado para emplear a España en la lucha contra la Unión Soviética y el Socialismo.   

También, se ha dicho que los guerrilleros, que después de la contienda habían continuado en lucha contra el régimen de Franco, en los bosques españoles, una vez que el dictador venció, se les llamó maqui, que era en singular el término francés —resistente— (o maquis en plural, si era un grupo) para los galos que habían luchado patrióticamente en la Segunda Guerra Mundial contra los nazis. Maqui no era un nombre propio de los guerrilleros españoles, aclaración que tampoco se hizo. Por cierto, el empleo de las guerrillas de la forma más moderna había surgido, precisamente en España, para luchar contra la invasión de Napoleón.

 

* Doctor en Derecho, profesor titular de Historia de Cuba de la Universidad de La Habana, miembro de número de la Academia de la Historia, premio nacional de Ciencias Sociales y de Historia. 

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