En la historia de los Juegos Centroamericanos y del Caribe (JCC), el atletismo ha constituido uno de los deportes que siempre ha mostrado endemoniada pugna. Historias de tiempos y marcas que han frisado los límites mundiales por la presencia de atletas reconocidos y varios «eléctricos» que sin contar con ellos se han metido en el cuadro de medallas, pululan por doquier.
Pues les comento que el torneo de atletismo de esta XXII edición, con sede en el estadio Heriberto Jara, de Xalapa, no quiere «quedarse atrás» en tal sentido y ya viene aportando sorpresas para muchos colegas.
En nuestra sala de prensa, los periodistas y fotógrafos hondureños estaban de fiesta con el inesperado metal dorado de su bólido Rolando Palacios, primero que obtiene la delegación catracha en Veracruz.
Palacios se convirtió en el hombre más rápido de la región al ganar la prueba de 100 metros con crono de 10.27 segundos. Así, con un potente remate en los últimos diez metros, superó al favorito barbadense Levi Asher Cadogan, quien logró similar tiempo y hubo que ir al foto-finish para definir al ganador. Por demás, les digo que este joven velocista es entrenado por José Rubio, adiestrador del famoso corredor dominicano Luguelín Santos.
Pero Cuba, tan rica en historia entre campo y pista, también se enrola por estos días en el tema «sorpresa». Es cierto que en la velocidad pura, ya no encontramos talentos como Enrique Figuerola, Silvio Leonard o Leandro Peñalver. Por eso, nos asombra que el espirituano Yaniel Carrero se haya colado tercero (10.28) en la final del hectómetro para hombres.
Otra de las bienvenidas sorpresas a las que aún aluden no solo los cronistas cubanos, sino también los foráneos, se relaciona con el tercer puesto firmado por Yudileyvis Castillo en los 10 mil metros, al cronometrar 36:29.04 minutos. ¿Estaremos en presencia, entonces, con esta chica santiaguera, de un renacer cubano en las carreras de fondo? Ojalá que así sea.
Y no por aparecer última en esta columna deportiva, deja de ser reconocida por nosotros la presencia en el estadio de Xalapa del recordista mundial de salto con garrocha, el ucraniano Serguei Bubka. Por donde quiera que va, ese ícono impone su paso sereno.
Le «llueven» las solicitudes para que firme autógrafos y todos —incluso este reportero— quieren hacerse una foto con él. No es para menos. Quedar para la historia al lado de un extra clase, quien fue capaz de archivar seis títulos mundiales y 35 plusmarcas del orbe (17 al aire libre y 18 en sala cubierta), amerita el intento.