Bolsa negra que se hincha. Mercado negro que se expande. Economía subterránea que ya no se esconde mucho y trasvasa conductos de la economía cubana. «Por la izquierda», como se le dice callejeramente, para calificar lo que, de origen dudoso, se vende y se compra como pan caliente fuera de los circuitos legales. Nunca antes la izquierda había sido tan vilipendiada…
De esas preocupantes realidades hablo de vez en cuando con mi amigo Jorge Rodríguez, un agudo colega de la histórica emisora C.O.C.O., que acaba de recibir, por sus méritos periodísticos y el coraje en abordar temas muy complejos, el Micrófono por los 90 años de la Radio Cubana.
Jorge es todo un investigador de los turbios pasadizos del mercado negro en Cuba. Pero no ha encontrado una editorial que, previo análisis y correcciones, le publique un libro que ya hace años tiene concluido sobre tema tan espinoso. Al volumen le acompaña una joyita: Un meticuloso glosario de 900 vocablos propios de la que también denominan economía sumergida.
Cada año que pasa lo tiene en vilo, porque el llamado mercado informal se transforma y rearticula con más complejos caracteres en la Cuba de hoy. Y ello le obligará a bucear permanentemente en el tema, para actualizarlo, en caso de que algún día alguien se interese en su edición.
La espera de Jorge es parte de un fenómeno paradójico: todo el mundo sabe que existe esa distorsión económica y percibe que cobra fuerza, pero pocos hablan de ella, y mucho menos la diseccionan analíticamente. ¿Será que ya nos hemos resignado a coexistir con ese flagelo?
Tampoco hay estadísticas oficiales del problema; las que, dicho sea de paso, deben ser muy difíciles de obtener. Y por más que he indagado, al menos públicamente no aparecen estudios e investigaciones académicas acerca de fenómeno tan lacerante en lo económico y en lo moral, fermento de corrupción, delito económico y de redes malsanas.
El auge del mercado negro está lacerando los sanos propósitos del proceso de actualización económica. Con sus desvíos y latrocinios, con sus circuitos paralelos y deformantes, está abriendo verdaderas sangrías al propósito del crecimiento y desarrollo de nuestra economía, y postergando el bienestar de los cubanos.
No puede soslayarse que buena parte de las medidas del proceso de actualización, con su flexibilización, validación de espacios económicos antes proscritos y eliminación de viejas prohibiciones mercantiles, pueden constituir antídotos eficaces contra el mercado negro.
Sin embargo, lo inacabado aún de las transformaciones del modelo, y los desequilibrios y asimetrías que ello genera, pudieran estar estimulando aún, por distintas vías, la economía subterránea: la dualidad monetaria y cambiaria, la sostenida insuficiencia de la oferta ante la demanda en el mercado cubano, la ausencia de un mercado mayorista para el sector no estatal; los elevados precios, tanto los oficiales como los de oferta y demanda; el flagelo aún lacerante del descontrol, el desvío y robo de recursos estatales, y el escaso poder movilizativo y estimulante del salario en el sector estatal, entre otras condicionantes.
Aun siendo profano en materia económica, cualquier cubano podría concluir, solo como resultado de su observación cotidiana y vivencias, que el fomento del mercado negro, y todas las corruptelas y tumefacciones que entraña, pueden convertirse en uno de los enemigos más fuertes del socialismo en nuestra sociedad, estratégicamente hablando.
Solo desatando las fuerzas productivas, y erradicando aún muchos obstáculos para ello, de manera que nuestra economía crezca sana y a ritmos mayores, y genere valores suficientes para derramarlos en toda la sociedad sobre la base del trabajo y no de la especulación, podremos neutralizar el peligroso flagelo de la economía sumergida, que, dicho sea de paso, es un fenómeno muy generalizado en este mundo.
Pero Cuba es Cuba, y no podemos confiarnos en el automatismo de ciertas lacras económicas, porque nos pueden barrer. A ver si algún día abrimos la brecha definitiva para la prosperidad sustentable, y podamos desatanizar la frase de «por la izquierda», de manera que signifique más y mejor socialismo.