Su nombre es muy bien conocido en España, no solo por lo que él representa en estos momentos, sino también por tener el mismo del gran político marxista que fundó el Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de Trabajadores, el llamado padre del socialismo español, Pablo Iglesias. El marxista Iglesias murió en 1925, mientras que Pablo Iglesias, el que me interesa en este momento, nació en 1978 y va a cumplir, dentro de dos meses, 36 años.
Pablo Iglesias, el joven, ha entrado como un bólido en la política española. Hasta hace relativamente poco tiempo era un desconocido profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, pero poco a poco y debido a la crisis política, social y económica en que ha estado sumergida España, Iglesias ha ido adquiriendo cada vez más relevancia en la estructura política española.
Empezó a dirigir un programa en Público TV que nombró La Tuerka, y además otro en un canal público iraní que transmite en español, Hispan TV, y que se nombra Fort Apache. Por lo atractivo que era en los debates, por lo polémico que era en sus planteamientos y como una manera de ganar audiencia, lo empezaron a invitar a diferentes programas de discusión política de la televisión española.
Al ser un hombre ágil con la palabra, la cual utiliza no para ocultar la realidad sino para nombrarla tal y como es, al poseer una tremenda habilidad para debatir sin apenas alterarse y al tener además un amplio conocimiento sobre los temas que debate, ha logrado crear una muy atractiva imagen para la gente común que ve en él la persona que dice en público lo que ellos dicen en privado, esa inmensa mayoría de ciudadanos españoles que están atravesando un mundo lleno de incertidumbres y de necesidades.
Lo he visto en diferentes debates con dirigentes políticos y con periodistas de diferentes tendencias y realmente impresiona su estilo calmado y burlón que en muchas ocasiones logra sacar de quicio a sus contrincantes. Hace poco, lo vi en un debate con la fascista Esperanza Aguirre, una de las dirigentes del Partido Popular que hasta hace dos años fue presidenta de la Comunidad de Madrid, y la puso contra la pared, dejándola argumentando tonterías y hablando boberías que no venían al caso con el tema del debate.
Pablo Iglesias fue en su adolescencia militante de las Juventudes Comunistas de España y a principios de siglo participó en el movimiento antiglobalización, que es un conjunto de movimientos sociales de diferentes corrientes políticas, que defendía la desobediencia civil como la mejor forma de lucha. Ha estado en Venezuela y defiende abiertamente a la Revolución Bolivariana y los Gobiernos progresistas que han surgido en los últimos años en América Latina.
En enero de este año, Iglesias, junto a otros compañeros, fundó un movimiento ciudadano al que bautizaron con el nombre Podemos y el cual, dos meses después, constituyeron en partido político con vistas a concurrir a las elecciones europeas en las que, para sorpresa de todo el estrato político de España, lograron cinco escaños en el Parlamento Europeo. Como diputado, Iglesias ha logrado que el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea lo haya elegido como su candidato para presidir el Parlamento Europeo.
Definitivamente, con el surgimiento de Podemos, el sistema bipartidista que ha estado gobernando España desde la muerte de Francisco Franco se ha visto, por primera vez, seriamente amenazado. El desprestigio, tanto del Partido Popular como el del Partido Socialista, es tan grande, que la popularidad de ambos se ha venido al piso. Tan es así que el último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas de España demuestra que, entre ambos, apenas llegan al 50 por ciento de aprobación.
Podemos, que en mayo pasado solo alcanzaba un ocho por ciento para las elecciones europeas, se situaba, en julio, como la tercera fuerza política, con el doble de aprobación, llegando a la increíble cifra de 15,3 por ciento (casi doblaba el índice de aprobación de Izquierda Unida). Tanta fuerza ha estado acumulando el partido que dirige Pablo Iglesias, que en solo una semana se registraron en su agrupación más de 72 000 nuevos militantes.
Este líder carismático, que de pronto ha surgido en esa España hundida en una de sus peores crisis, habla sin tapujos en contra del sistema establecido, defiende a los más necesitados y critica abiertamente a la clase política que ha estado desgobernando a su país. Habla de que en España hay que hacer un cambio profundo de las instituciones y hay que darle un vuelco descomunal a lo establecido y afirma que, para eso, hay que llegar al poder y, como se ven las cosas, parece que con Podemos sí puede llegar al mismo. Ahora, por el bien de ese querido país, hay que esperar por dos cosas: una, ver si llegan y otra, ver, si cuando lleguen, cumplen sus promesas.
*Periodista cubano radicado en Miami