Alguien dijo que si le hubieran preguntado a Martí cuál era su profesión, habría respondido: «¡periodista!». Y es que en su obra, la llamada prosa de prisa devino recurrencia desde que, con solo 16 años, lanzó El Diablo Cojuelo para satirizar al colonialismo español, y más tarde La Patria Libre, el semanario donde publicó su poema patriótico Abdala. De los 28 tomos de sus Obras Completas, la mayoría son trabajos extraídos de periódicos y revistas de la época.
Desde su precoz debut en los predios de la tinta y el papel, nuestro Apóstol intuyó el rol de la prensa en la batalla ideológica en ciernes. Por eso no se debe separar al periodista del revolucionario cuando nos acercamos a su personalidad. Toda su labor en los periódicos refleja el compromiso de su pluma con la independencia de Cuba, su ideal por antonomasia y la esencia de su vida.
Todo el que estudia a Martí coincide en que el periódico Patria fue su obra maestra. Lo fundó el 14 de marzo de 1892 a instancias de patriotas radicados en Nueva York. Desde su primera salida, el órgano resultó guía de la emigración en la urbe, y desempeñó un importante papel en la aglutinación de las fuerzas para la Guerra Necesaria que soltaría amarras en el poblado de Baire el 24 de febrero de 1895.
Fueron los tabaqueros de Tampa y Cayo Hueso, además de intelectuales cubanos y puertorriqueños, quienes financiaron la salida primigenia de Patria, donde aparecieron, entre otros trabajos, las bases del Partido Revolucionario Cubano fundado por Martí y un editorial titulado Nuestras Ideas que, aunque aparece sin firma, como es característico en el género, lleva implícito el sello inconfundible de su estilo.
Patria apareció, inicialmente, cada sábado, al precio de cinco centavos. Al lado del costo había una aclaración: «Los productos del periódico se destinan a su mantenimiento». Desde el 5 de octubre de 1895 hasta su desaparición en 1898, fue bisemanal. Estaba constituido por cuatro páginas a cuatro columnas, con un tamaño de 52 x 36 centímetros. Su distribución se realizaba, fundamentalmente, por correo.
Fue en Patria donde Martí exhibió dotes de periodista integral. Sus biógrafos atestiguan que, amén de redactar, buscaba noticias, proponía diseños, elegía tipografía, corregía galeras y hasta empaquetaba bultos de periódicos para la distribución. Todo eso, a pesar de que era uno de los periodistas más conocidos del continente gracias a sus colaboraciones con importantes diarios norteamericanos y a su activa correspondencia con el periódico La Nación, de Argentina.
Patria jamás se alineó con el ultranacionalismo. Desde su salida inicial anunció que surgía «de la voluntad y con los recursos de todos los cubanos y puertorriqueños para decir lo que está en el corazón de todos los patriotas puros». Clamó no solo por liberar a Cuba, sino también a Puerto Rico. De ahí que reprodujera en sus páginas las letras de La Bayamesa —luego nuestro Himno Nacional— y de La Borinqueña, marcha de los revolucionarios de esa isla hermana.
Juan Marrero, autor cubano, dice que «cuando Martí toma la decisión de marchar a Cuba para incorporarse al Ejército Libertador, no olvida un instante a Patria. El 26 de febrero de 1895, dos días después de estallar la Guerra Necesaria, envía desde Santo Domingo una carta a Gonzalo de Quesada y a Benjamín J. Guerra, donde da orientaciones sobre la forma y el contenido de ese periódico. “Embellezcan y regularicen a Patria... mucha noticia ahora... todo lo de Cuba... y siempre amenidad revolucionaria...”», dijo, entre otras cosas.
«Según Becali, al pisar tierra cubana, José Martí llevaba la acreditación como corresponsal de Patria. “Sólo podemos imaginarlo así, escribiendo su Diario de Campaña, que no es otra cosa que apuntes para futuros e inconclusos reportajes de la guerra, pues si había escrito de todo y de todos, ¿cómo no iba a narrarnos los episodios de su revolución, el diario acontecer de la contienda bélica?”», apunta el autor en el trabajo.
El Martí periodista nos legó un juicio que no pierde actualidad: «La prensa debe ser coqueta para seducir, catedrática para explicar, filósofa para mejorar, pilluelo para penetrar, guerrero para combatir. Debe ser útil, sana, elegante, oportuna, valiente. En cada artículo debe verse la mano enguantada que lo escribe y los labios sin manchas que lo dictan. No hay cetro mejor que un buen periódico».