El problema del dopaje golpea al deporte tan seriamente, que casi no pasa un día en este planeta sin reportes de nuevos casos. Así, este viernes un comunicado emitido por el Comité Olímpico Internacional (COI), anunció que dos luchadores dieron positivo por un diurético durante los primeros Juegos Olímpicos de la Juventud, celebrados el pasado mes de agosto en Singapur.
Al leer el comunicado, recordé la frase popular «los niños son el reflejo de los mayores». Aplicado este dicharacho al deporte, vemos como las conductas fraudulentas puestas en práctica por los atletas élite sembraron para las futuras generaciones un peligroso precedente.
La clara muestra está en el reporte del COI. El más renombrado de los dos casos es el del uzbeko Nurbek Hakkulov, quien ganó la medalla de plata en la categoría de 50 kilogramos correspondiente a la modalidad grecorromana.
En tanto, el ecuatoriano Johnny Pilay —el otro implicado—, fue quinto en los 63 kilos del estilo libre. Ambos fueron descalificados por encontrarse furosemida en su muestra de orina.
Pilay fue sancionado con una suspensión de dos años por la comisión antidopaje de su país, mientras que Hakkulov recibirá probablemente la misma sanción, además de devolver la presea.
El COI pidió además a la Federación Internacional de Lucha y a los comités olímpicos implicados una investigación para determinar si hubo intervención de los entrenadores o de los médicos de sus respectivas delegaciones.
Asimismo, el máximo organismo deportivo mundial indicó claramente que los dos atletas deben contar con algún tipo de apoyo e información adicional sobre el peligro del dopaje. Para estos casos, medidas de acompañamiento específicas se pondrán en marcha en cooperación con la Organización Mundial Antidopaje y las agencias nacionales antidopaje de los dos comités olímpicos involucrados.
Como parte de su política de cero tolerancia contra el dopaje, el COI almacena durante ocho años las muestras recogidas en cada edición de los Juegos Olímpicos, medida que extendió a los «recién nacidos» Juegos de la Juventud. De esta forma pueden realizarse análisis más detallados de las mismas cada vez que un nuevo método pruebe descubrir sustancias que quizá hoy pasan desapercibidas a los laboratorios.
En los Juegos de Singapur, el COI llevó a cabo 1 231 análisis (1 97 de orina y 134 de sangre), y todas las muestras fueron analizadas en el laboratorio acreditado por la Agencia Mundial Antidopaje de Nueva Delhi. Esperemos que otros tramposos no nos quiten las ilusiones en el futuro.