El continente asiático es una prioridad para la Casa Blanca. La gira del presidente Barack Obama por cuatro países del continente y la reciente visita de Manmohan Singh, primer ministro de la India, a Washington —primera de un jefe de Estado con la actual administración— lo confirman. En cada caso se puso de manifiesto un discurso de Obama diferente y, esencialmente, la mirada renovada a una zona de importancia geoestratégica para la política estadounidense.
Con la estancia en Washington de Singh se cerró un ciclo indispensable. Obama le otorgó a la India la condición de «aliado indispensable». Así, quienes sintieron que el mandatario dejaba fuera a Delhi tras su gira por Singapur, Japón, China y Corea del Sur, respiraron aliviados. Cada gesto amable hacia el visitante indio intentó barrer sospechas. Al igual que China, India desempeña un papel fundamental para los intereses norteamericanos en Asia. Con matices diferentes… claro está.
Las relaciones indio-norteamericanas fueron definidas por Obama como «una de las alianzas decisivas del siglo XXI» y no pocos expertos aprovecharon la ocasión para destacar el uso de esta en función de la estrategia de contención de China desde el ámbito regional. Además se subrayaron las potencialidades indias para apoyar activamente en la lucha contra el cambio climático, la proliferación nuclear y el terrorismo internacional.
El apoyo de Delhi a la guerra que encabeza EE.UU. en Afganistán fue otro de los acuerdos entre las partes.
Según IPS, India contribuye con 1 200 millones de dólares de ayuda a la reconstrucción afgana, cifra que la convierte en uno de los mayores donantes. Ahora Delhi se adhiere a la estrategia y presencia militar estadounidense allí —lo reconoce públicamente—, a pesar del sonado fracaso de esta tras ocho años de guerra y ocupación.
Los recelos de la India respecto a otros actores regionales tienen su particular caldo de cultivo en la variedad de intereses y visiones sobre la cambiante geopolítica mundial. Aunque haya una única superpotencia, esta ya no se puede dar el lujo de decidir e imponer, o al menos, no tan arbitrariamente. Ahora se ve obligada a escuchar, a sumar socios, a mantener y fortalecer lazos, a limar asperezas, a conseguir nuevas alianzas.
Para no pocos, la visita del Primer Ministro fue un intento de poner énfasis en el vínculo entre EE.UU. e India en un momento en que, a nivel de sus relaciones, Washington ha brindado atenciones particulares a Paquistán (rival tradicional de la India) y China (competencia inmediata en la región).
Como quiera, y más allá de las particularidades que buscan mejorar la tan deteriorada imagen de EE.UU en el exterior, quedó demostrada la importancia que adquiere esa parte del planeta para la Casa Blanca. Atrás quedó el discurso agresivo y violento, y el irrespeto burdo. Con la nueva administración cobran importancia determinadas claves esenciales. No pocas están en Asia.