Las estadísticas pueden tener la virtud de anunciar los desastres. Pueden ocurrir en cualquier momento y en menos de un minuto, aunque lógicamente nadie podrá saber cuándo ni dónde, ni mucho menos la magnitud de la tragedia que se puede desatar. Resultan, incluso, imposibles de evitar.
Para llegar a esa conclusión basta con analizar los datos de los resultados del enfrentamiento de la policía de Tránsito a aquellos que ponen en peligro la seguridad del tráfico, en zonas urbanas o rurales, con temerarias violaciones.
Refirámonos por esta vez solo a un grupo de los que más transgreden. Las estadísticas resultan impactantes: en los primeros siete meses del año se les han impuesto multas a 1 900 carretoneros en Villa Clara por circular sin luces en la noche, sin autorización o después de haber ingerido bebidas alcohólicas.
Los que han incurrido en estas violaciones constituyen una cantera potencial para ir a parar al cementerio o al hospital y, lo peor, involucran a otras personas. ¿Acaso alguien duda de que su negligencia pueda desencadenar y ampliar un hecho mortal?
No son meras palabras. De enero a agosto, los conductores de vehículos de tracción animal fueron responsables de 16 accidentes, y en esos incidentes perdieron la vida cinco personas y 58 resultaron lesionadas de mayor o menor magnitud.
¿Causas? Circular a oscuras, ir embriagados y no respetar el derecho de vía, tres de las violaciones que más multas acumulan, lo cual confirma a las claras por qué hay tragedias anunciadas en las estadísticas.
Ante tal situación, la Dirección de Tránsito en este territorio central aplica medidas más severas, como trasladar a la estación de policía a los carretones que circulen de noche sin la debida autorización y cuyos conductores —que son detenidos— circulan luego de haber ingerido bebidas alcohólicas o sin llevar luces. A los reincidentes se les puede, incluso, cancelar la licencia operativa.
Algunos, cuando son sorprendidos, acuden al cuento de que no sabían que para transitar en horas nocturnas necesitan de un permiso adicional, justificación que siempre cae en saco roto.
En definitiva, los peligrosos no resultan los carretones, sino aquellos que llevan las riendas del caballo. Esos son quienes deben asumir un comportamiento profesional en la vía. O las autoridades no tendrán más opción que suprimirles la patente, antes de que causen el accidente, por aquello de que es mejor prevenir que tener que lamentar.