Foto: Otmaro Rodríguez CARACAS.— La inminente aprobación por el Consejo Electoral de las normas que regirán la publicidad y el proselitismo con vista a las elecciones regionales de noviembre, acercan a Venezuela a una campaña que la oposición parecería haber iniciado desde antes.
El cuestionamiento a las inhabilitaciones dictadas por la Contraloría de la República —mediante las cuales se prohibió la postulación de aspirantes que hayan estado enrolados en hechos corruptos— ha sido una de sus «banderas» sin fundamento y que infructuosamente quisieron fuera abrazada por instancias como el MERCOSUR, el Parlamento Europeo y la Convención Demócrata de los Estados Unidos, a la que el actual gobernador de Zulia, Manuel Rosales, acudió como invitado. Se dice que hasta pidió la palabra para plantear el asunto, pero fue en vano.
Cerradas las postulaciones pero con tiempo para que algún aspirante se retire a favor de otro de su bando, a los opositores solo les queda lograr las candidaturas unitarias que se propusieron y no han conseguido en todas las gobernaciones y alcaldías.
El casi inicio de una campaña los sorprende con indefiniciones en plazas importantes. Puestos de relevancia siguen sin un aspirante de consenso entre el abanico de partidos viejos y nuevos que forman el ala opositora en las gobernaturas de Miranda, Táchira, Bolívar y Yaracuy, así como en las influyentes alcaldías capitalinas de Chacao, El Hatillo y Libertador.
Según ha trascendido, solo en unas 200 de las 328 alcaldías que estarán en liza han logrado postular candidatos unitarios, y peor aún se dice que ocurre con la nominación para miembros de los consejos legislativos regionales. Ello es apreciado por algunos como un signo de desunión que viene desde abajo, y rebasa las ansias de poder de las cabezas visibles, arriba.
Así, la divulgación de los mecanismos para la propaganda electoral, que debe arrancar el 26 de este mes, los encuentra enredados y cabalgando sobre el caballo de las 26 leyes proclamadas bajo los auspicios de la Habilitante, que facultó al presidente Chávez a promulgarlas con el respaldo de todos los ministros, así como del Parlamento que lo autorizó a legislar.
Precisamente, la explicación de los decretos-ley por parte de los miembros de la Asamblea Nacional y abogados bolivarianos movilizados por todo el país, sigue reuniendo a los vecinos de los barrios en el llamado parlamentarismo de calle, mediante el cual se da a conocer el real contenido de las leyes. Se estima que en todo el territorio nacional se celebrarán 1 600 de esas reuniones.
La manipulación vuelve a ser la principal arma de los liderzuelos opositores, quienes han llamado a salir a las calles en contra de las leyes e, incluso, han anunciado movilizaciones en todos los estados que aún no se ven. Sin embargo, frente a sus patrañas hay que estar alertas, como advirtió el presidente Hugo Chávez.
En verdad, el discurso de los cabecillas de la fragmentada oposición no tiene novedades, y contenido, tampoco. Conociéndose la carencia de propuestas concretas frente a un proceso que cada día hace más por el bien del país, puede intuirse que las leyes apuntan como plato fuerte de la campaña opositora.
En las diatribas contra las legislaciones reviven más bien fantasmas que atizaron en el pasado, tales como el miedo a la «estatización», que quieren haga presa de los productores privados, buscando hacerles creer que podría acabarse la propiedad privada en Venezuela.
Sin embargo, ninguna de las leyes apunta hacia allí. Por el contrario.
Entre sus aspectos más importantes figuran las facilidades de pago con que contarán los grandes y medianos productores del campo para abonar sus deudas a la banca, así como la apertura de mayores posibilidades de crédito para ellos, en tanto la mediana y la pequeña industria podrían obtener financiamientos preferenciales.
Nucleados en torno al PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), las agrupaciones políticas bolivarianas se aglutinan en la Alianza Patriótica y, junto al pueblo, tienen el desafío de salvaguardar en noviembre un enclave importante: las bases, donde se asienta el poder de toda verdadera Revolución.