Lo digo sin tapujos: aunque las Morenas del Caribe lograron estirar a cinco su racha de victorias consecutivas en la décima edición de la Copa del Mundo que se desarrolla en Japón, su desempeño no acaba de ser convincente.
Un signo ha caracterizado las actuaciones de las pupilas de Eugenio George y Antonio Perdomo a lo largo de este certamen: no saber mantener ventajas en el pizarrón, ni siquiera ante los contrincantes más débiles como Tailandia, que logró ganarnos un set en el último partido.
Este extraño comportamiento y los frecuentes desajustes emocionales que mellan el entendimiento colectivo sobre el taraflex, pueden costar muy caro a sus aspiraciones de ubicarse, por lo menos, entre los cuatro grandes en la tabla de posiciones.
No retomo el tema del deficiente trabajo en la recepción del balón, que se manifiesta por debajo de la media de los equipos de primer nivel. El meollo del análisis es diferente, aunque los errores no se pueden separar unos de otros.
Los madrugones diarios han permitido apreciar por la televisión las constantes altas y bajas en el juego de las cubanas, quienes a ratos lucen muy bien y parecen destinadas al oro olímpico el próximo año, y de pronto se dejan imponer el ritmo del contrario.
La cubana Yumilka Ruiz ha brillado a lo largo de la Copa. Foto: AP Excepto el saque (servicio), que se ha mantenido con efectividad, así como la brillantez de la capitana Yumilka Ruiz en el cumplimiento de sus labores como atacadora auxiliar, la maquinaria «no ha molido» como debe hacerlo. Ejemplos hay miles, pero me voy por el bloqueo junto a la net, que por momentos es fantástico, y enseguida desaparece.
Estas y otras incidencias —al parecer de carácter psicológico— traen por consecuencia que mientras Italia, Brasil o Estados Unidos arrollan a sus contrincantes y elevan favorablemente sus promedios de puntos a favor y en contra, las cubanas tienen desventaja en estos numeritos. Incluso, en el partido ganado a Sudcorea en tie break, ambos equipos anotaron idéntica suma de 101 tantos, lo cual nos parece el colmo.
Esta es la realidad, ahora que las Morenas del Caribe entran en el último tramo de la Copa, con balance de seis triunfos y dos reveses. Les quedan tres cotejos de anjá. A partir de este miércoles, en Nagoya, se verán las caras —net por medio— con Japón, Italia y Serbia, por ese orden. Las «bambinas» se mantienen invictas en ocho salidas, en tanto serbias y niponas (6-2) las aventajan también en la dichosa puntuación.
Pero confiemos en que a partir de ahora las rachas positivas sean una constante, y podamos disfrutar de una repetición de aquellas inolvidables jornadas que nos regalaron en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro. Un nuevo Río es la forma de llegar al podio y obtener desde ahora nuestro boleto olímpico.