Después de los ataques del 11 de Septiembre, el presidente Bush enérgicamente argumentó que era el deber de todo país luchar en contra del terrorismo internacional. Bush alegó que patrocinar el terrorismo o ignorarlo cuando sucediese era lo mismo, y que Estados Unidos no permitiría ninguno de los dos casos. Sin embargo, han aparecido nuevas contradicciones a ese principio, gracias a un terrorista venezolano, dejado en libertad bajo fianza esta semana de una prisión en Nuevo México.
Al inicio de 2005, Luis Posada Carriles, un ciudadano venezolano con un largo historial de ataques violentos a lo largo de Latinoamérica, se infiltró en Estados Unidos. Posada se había escapado de una prisión venezolana mientras esperaba ser enjuiciado para enfrentar cargos por la voladura de un avión de Cubana en 1976 que mató a 73 civiles, incluyendo 24 miembros del equipo juvenil de esgrima cubano y un grupo de estudiantes de Medicina de Guyana. Este fue el más sangriento ataque a un avión civil en la historia del Hemisferio Occidental —hasta el 11 de septiembre. Al ser capturado, el Gobierno del Presidente Hugo Chávez demandó su extradición. Pero la administración Bush se ha rehusado a extraditarlo a Venezuela o Cuba, argumentando que corre el riesgo de ser torturado en esos países.
Pero la resistencia de Washington está más relacionada con la historia de Posada como funcionario de la Agencia Central de Inteligencia y de ser el protegido de los sectores extremistas de la poderosa comunidad cubano-estadounidense en Florida (trató de asesinar a Fidel Castro con explosivos C-4 localizados en un auditorio lleno de estudiantes en Panamá en 2000). Han pasado veintidós meses desde que Venezuela solicitó su extradición, ofreciendo 2 000 páginas de evidencia documentada para substanciarla, sin embargo el Departamento de Estado todavía no ha iniciado el proceso de extradición en los tribunales.
Posada tampoco ha sido acusado por el ataque de 1976, a pesar de que documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia indican que su rol ha sido aceptado por mucho tiempo como un hecho. Por el contrario, actualmente solo enfrenta cargos por fraude inmigratorio, una parodia que solo puede ser comparada con que Osama bin Laden sea culpado por entrar y salir de Paquistán sin una visa. Finalmente, Posada fue liberado bajo fianza el jueves, a pesar de haberse probado que podría huir y que es un terrorista violento.
Por supuesto, el caso de Posada no representa la primera vez que la administración Bush ha puesto de lado sus principios por la conveniencia política con relación a Venezuela. La semana pasada se cumplieron cinco años de que la administración Bush recibió con regocijo el golpe de Estado que derrocó al Presidente Chávez, sustituyéndolo por una junta que suspendió la Constitución, despidió a los miembros de la Asamblea Nacional y disolvió la Corte Suprema. Afortunadamente, el pueblo de Venezuela se aseguró de que su presidente democráticamente elegido retomara el poder dos días después.
Así como el apoyo del gobierno de Bush a la junta que derrocó al Presidente Chávez pone en cuestionamiento su compromiso de mantener y promover la democracia alrededor del mundo, permitir que Posada evite ser procesado por un cruel ataque del cual se le puede acusar con propiedad de haber planificado, genera dudas sobre la sinceridad de la guerra de Bush contra el terrorismo. Posada es un terrorista, sin importar la causa por la que luchó o los aliados que pueda tener. No tiene justificación la negligencia de la administración Bush en torno a su extradición y su voluntad de no certificarlo como terrorista.
La semana pasada los venezolanos celebraron el regreso a la democracia luego del golpe de Estado en contra de Chávez. Pero los venezolanos continúan exigiendo justicia para las 73 personas asesinadas a bordo del avión civil. Si el presidente Bush es serio acerca de los principios que estableció después del 11 de Septiembre, debe observar a Venezuela y corregir los errores que pueda. El golpe de Estado ya sucedió, pero la oportunidad de extraditar o procesar a Posada no ha pasado.
Publicado en The New York Times, el sábado 21 de abril de 2007
*Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en los Estados Unidos.