Pese a que las encuestas no lo muestran, Bush sigue haciendo muy bien su papel en la Casa Blanca. No importa que casi un 60 por ciento de los encuestados repruebe su gestión. Las petroleras, el complejo militar industrial, las farmacéuticas y otros especímenes del capital están de plácemes con los dividendos que les reportan la torpe conducción actual de la administración norteamericana. Y no es para menos. Los pobres y los descontentos que se conformen con sus protestas.
MONEY FOR WARAlentado por la Casa Blanca, el Senado estadounidense acaba de actuar como el partido unido del imperio al aprobar unánimemente un presupuesto récord para el Pentágono en el año 2007. La astronómica cifra concedida al ministerio de la guerra asciende a los 448 000 millones de dólares. Es la primera partida de gastos gubernamentales que aprueba el Capitolio para el año próximo.
El presidente Bush agradeció presuroso a los congresistas por «aprobar la legislación que proveerá a nuestros hombres y mujeres en uniforme los recursos necesarios para proteger nuestro país y ganar la guerra contra el terror».
Entre la cifra acordada hay 70 000 millones de dólares para las operaciones militares en Iraq y Afganistán; un monto que de seguro crecerá a lo largo del año con partidas extras solicitadas por la administración. De acuerdo con el Servicio de Investigación Congresional, la guerra en Iraq le ha costado al contribuyente norteamericano 379 000 millones de dólares y la de Afganistán, otros 97 000 millones.
El presupuesto militar estadounidense del 2007 incluye 81 000 millones de dólares para el desarrollo de nuevos armamentos. Las grandes compañías productoras ya se frotan las manos.
MUCHO PARA POCOSLos norteamericanos más ricos multiplican sus ganancias a golpe de privilegios. La administración Bush los ha eximido prácticamente de impuestos y colmado de beneficios, en medio de los réditos de las petroleras por los altos precios y del boom bursátil e inmobiliario.
Un ranking de afortunados de la revista Forbes lista a los 400 norteamericanos más ricos, cada uno de los cuales posee al menos mil millones de dólares. «Una fortuna de nueve cifras ya no llama la atención en los tiempos que corren», señalan los autores de la clasificación.
Si en el 2000, cuando fueron robadas las elecciones, los 400 estadounidenses más adinerados acumulaban patrimonios por un monto de 70 000 millones de dólares, según reportaba entonces The Wall Street Journal, la suma de las 400 mayores fortunas de EE.UU. hoy sobrepasa la astronómica cifra de 1 025 000 millones de dólares.
Cuando Ronald Reagan tomó el poder en 1980, el uno por ciento de los norteamericanos poseía el 33 por ciento de la riqueza del país medida por el ingreso del capital. En el 2006, plena era de W. Bush, un uno por ciento de la población es dueña de más de la mitad de todos los activos de la nación.
NADA PARA MUCHOSUn editorial del diario hispano La Opinión señalaba recientemente la gran ironía de la economía norteamericana que está creciendo a costa del salario de los trabajadores.
Informes del gobierno federal que analizan las últimas cifras de productividad, pobreza, ingresos y cobertura médica muestran que los trabajadores han sido excluidos de la prosperidad que su labor genera. Mientras la productividad del trabajo creció en un 15 por ciento entre el 2000 y el 2004, el ingreso promedio de la familia ha caído en un 5,9 por ciento.
Las estadísticas de la Oficina del Censo reflejan que 37 millones de norteamericanos viven en la pobreza. En ese ejército de relegados destacan los latinos, cuya tasa de pobreza es el doble del índice nacional. Los niños en tan precaria situación alcanzan los 13 millones.
Cerca de 47 millones de personas viven sin seguro médico en la nación más rica del mundo. Nueve millones de niños carecen del acceso a la salud; tres millones y medio de ellos son latinos, según reporta el informe del grupo Familias USA publicado recientemente en internet.
Hace apenas un mes, el gigante químico Dupont redujo en dos tercios la pensión de jubilación de sus empleados. A la vez, los directores de la empresa acordaron incrementar la pensión de jubilación de su principal ejecutivo, Charles Holliday, la cual será ahora de 2,1 millones de dólares anuales.
En los Estados Unidos de Bush son muchos los que pierden y cada vez más pocos los que ganan. Pero estos últimos son quienes pagan las elecciones.