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Francia y Arabia Saudita procuran un nuevo consenso para la paz justa en Oriente Medio

En septiembre, en la ONU, Francia, Reino Unido y Canadá reconocerán el Estado Palestino, así lo han anunciado

Autor:

Leonel Nodal

NI siquiera Donald Trump pudo negar está semana que hay niños muriendo de hambre en Gaza. Y en uno de sus giros sorprendentes, habló como si nada tuviera que ver con la pavorosa crisis humanitaria.

El hecho es que no son dos o tres. Cada día aparecen nuevos informes, estudios y denuncias sobre las muertes por inanición de bebés y niños palestinos. Las entidades más serias y calificadas en el tema coinciden en que Gaza está al borde de la hambruna.

Cien mil recién nacidos corren riesgo de muerte por falta de leche materna o de la fórmula nutricional para bebés. No hay que ser expertos. Sus rostros con apariencia de ancianitos, sus cuerpecitos raquíticos, con la piel pegada a los huesos lo dicen todo.

La crisis humanitaria desató las alarmas en todo el mundo. Incluso en países aliados de Israel, proveedores de armas, que bajo la fuerte presión de la opinión pública los hizo reaccionar en cadena. Y fue ese grito de ¡Paren ya! el que dio el impulso decisivo a una conferencia internacional por una paz duradera en Oriente Medio, basada en el reconocimiento de dos Estados: Israel y Palestina, en los territorios reconocidos por Naciones Unidas antes de la guerra de junio de 1967.

No fue un buen comienzo de semana para Netanyahu, que de repente se vio bajo un inesperado bombardeo de expresiones críticas y condena a la guerra de tierra arrasada y exterminio en Gaza, en especial el uso del hambre como arma para intentar doblegar al movimiento de Resistencia Palestina Hamás.

Al preguntársele a Trump si estaba de acuerdo con la afirmación del primer ministro Netanyahu de que no hay hambruna en Gaza, el mandatario respondió: «Basándome en la televisión, diría que no, particularmente porque los niños parecen muy hambrientos...Lo veo, y no se puede fingir», dijo junto al primer ministro británico, Keir Starmer, en Escocia.

Starmer coincidió: «Es una crisis humanitaria, ¿verdad? Es una catástrofe absoluta… Creo que la gente en Gran Bretaña está indignada por lo que ve en sus pantallas».

Entretanto, el viernes pasado, el presidente francés, Emmanuel Macron, lanzó una bomba política qué removió el tablero internacional. Francia reconocería el Estado de Palestina en septiembre, durante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York.

Trump desestimó el plan de Macron con su usual prepotencia: «lo que él diga no importa». Pues sí importa, porque ahora le han seguido el Reino Unido y Canadá, que también anunciaron que reconocerán al Estado Palestino en septiembre.

Incluso, al día siguiente de la soberbia declaración trumpiana, se produjo otro volteo imprevisto, su socio Netanyahu anunció el domingo que el ejército detendría las operaciones en la ciudad de Gaza, Deir al-Balah y Muwasi durante 10 horas al día hasta nuevo aviso para permitir un mejor flujo de ayuda a los palestinos en Gaza.

Demasiado tarde, influyentes organizaciones judías israelíes y estadounidenses admitieron y denunciaron el carácter genocida de las acciones de su gobierno al utilizar el hambre como arma y disparar a inocentes hambrientos en busca de comida.

Con semejante trasfondo abrió sus sesiones la reunión de alto nivel patrocinada por Francia y Arabia Saudita en la ONU. En la víspera, Macron obtuvo el apoyo del primer ministro de Gran Bretaña. «Tenemos claro que la condición de Estado es un derecho inalienable del pueblo palestino. Un alto el fuego nos encaminará hacia el reconocimiento de un Estado palestino y una solución de dos Estados que garantice la paz y la seguridad para palestinos e israelíes», declaró el primer ministro británico, Keir Starmer, al anunciar el llamamiento.

A su vez, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, aclaró que la condición de Estado para Palestina no es una recompensa, sino un Derecho e instó a la comunidad internacional a tomar medidas para hacerla realidad.

El embajador de Israel ante la ONU, Danny Danon, afirmó que la conferencia «no promueve una solución, sino que profundiza una ilusión». En respuesta, el primer ministro palestino, Mohammad Mustafa, afirmó en su discurso que «palestinos e israelíes no están condenados a una guerra eterna. Hay otra salida».

Quince países firmaron una declaración conjunta liderada por Francia, exigiendo un alto el fuego inmediato, la liberación incondicional de todos los cautivos retenidos por Hamás y pidiendo una solución de dos Estados.

«Ya hemos reconocido o expresado la voluntad o la consideración positiva de nuestros países de reconocer al Estado de Palestina, como un paso esencial hacia la solución de dos Estados», afirma la declaración, adoptada que invita a «todos los países que aún no lo han hecho a sumarse a este llamamiento».

La declaración también pidió la unificación de «la Franja de Gaza con Cisjordania bajo la Autoridad Palestina» y expresó «grave preocupación por el elevado número de víctimas civiles y la situación humanitaria en Gaza y destacó el papel esencial de las Naciones Unidas y sus agencias para facilitar la asistencia humanitaria».

Los países firmantes incluyen Andorra, Australia, Canadá, Finlandia, Francia, Islandia, Irlanda, Luxemburgo, Malta, Nueva Zelanda, Noruega, Portugal, San Marino, Eslovenia y España. La Declaración final de la Conferencia «llama al liderazgo israelí a declarar su compromiso con la solución de dos Estados y poner fin a todas las actividades de asentamientos, la violencia, la anexión y el robo de tierras».

Llamamos a israelíes y palestinos a reanudar las negociaciones con apoyo internacional para lograr paz y estabilidad compartida, añade el documento.

El ministro de Exteriores saudí, Faisal bin Farhan, celebró la decisión del presidente francés, Emmanuel Macron, de reconocer en septiembre al Estado de Palestina, algo que refleja «un creciente consenso internacional sobre el derecho del pueblo palestino a establecer su Estado independiente».

Su homólogo francés, Jean-Noël Barrot, afirmó que, en el marco de este evento, se ha iniciado «un impulso imparable y sin precedentes en favor de una solución política del conflicto palestino-israelí» que atienda las consideraciones de seguridad de Israel y garantice la viabilidad del Estado palestino.

No ha habido negociaciones de paz en los últimos quince años y es difícil apostar al éxito de esta iniciativa a corto plazo, pero tampoco existe una alternativa mejor, y tal vez por eso las naciones involucradas han decidido volcar a su favor la mejor voluntad.

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