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Bob Menéndez es también un padrino del terrorismo

El segundo proceso por corrupción al senador de Nueva Jersey, aunque nada se diga en el tribunal lleva necesariamente a descorrer algunos velos sobre su obcecada actuación contra Cuba.

Autor:

Juana Carrasco Martín

Se diría que el senador demócrata por Nueva Jersey, Bob Menéndez, está en caída libre; sin embargo, matrero viejo en las lides de la política estadounidense, decidido a no soltar prenda, este senador, traspasó el pasado martes la puerta abierta que había dejado en marzo, cuando dijo que no aspiraría a la reelección por el Partido Demócrata, pero podría buscar una candidatura independiente.

Eso hizo un día antes del cierre de la presentación de candidatos en el estado de Nueva Jersey, entregó la documentación, que debe ser avalada por 800 firmas de ciudadanos, y logró sobrepasar esa meta con 2 465 firmas, de acuerdo con la lista de candidatos del estado de la oficina del Secretario de Estado de Nueva Jersey, según informó el diario local New Jersey Monitor.

Menéndez, obligado a dimitir como presidente del poderoso Comité de Relaciones Exteriores del Senado, se niega a renunciar a una carrera política que en más de 30 años lo llevó a ser uno de los barones del Capitolio de Washington, donde ha sido senador por 18 años. Pero los demócratas, en su bastión newjersyano presentan a otro candidato para su escaño. En noviembre habrá entonces un enfrentamiento que puede dividir a los votantes en beneficio de un republicano… aunque Menéndez parece que no tendrá otra oportunidad, pues decenas de sus colegas demócratas pidieron su dimisión, y una encuesta de la Universidad de Monmouth encontró que el 63 por ciento de los adultos del estado consideran que debería resignar, tres cuartas partes dijeron que probablemente era culpable de los cargos que enfrenta y un 74 por ciento desaprobó su
desempeño laboral.

Mientras, continúa levantándose el gran valladar a sus pretensiones, el juicio por corrupción, actuar como agente de un Gobierno extranjero, y obstrucción a la justicia como cargos principales, en el cual los fiscales han presentado pruebas de que él y su esposa Nadine aceptaron sobornos de tres empresarios, a cambio de favores que mejoraron sus negocios. Ese proceso judicial que se le sigue en un tribunal en Manhattan,
Nueva York, es el gran obstáculo a su carrera donde hay otros vericuetos.

Por supuesto, hay ofertas demócratas para su asiento, entre ellos la primera dama de Nueva Jersey, Tammy Murphy y el representante por ese estado Andy Kim.

La otra arista del senador

Ocupado en esos asuntos que pueden costarle su modus vivendi, Bob Menéndez debe extrañar no haber sido el primero en alzar la voz para enfrentar el anuncio de estos días del Departamento de Estado, pálido en cuanto a efectividad, pero que le dio escozor inmediato al grupo de sus congéneres republicanos de la Florida en el tema sustancial de mantener una política revanchista contra Cuba y su pueblo, y que ha sido pilar de la ejecutoria del senador ahora en problemas.

Nada en concreto ni efectivo porque no se trata de la lista verdadera, la determinante como sostén de las leyes del bloqueo económico, comercial y financiero de EE. UU. contra Cuba, el Departamento de Estado retiró a Cuba de una certificación, a la que también llaman lista, de países que no están cooperando por completo con los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos porque dijeron que las circunstancias «cambiaron entre 2022 y 2023».

Sí, Bob Menéndez no hubiera permitido tal cosa, pues como afirma la revista estadounidense de izquierda Jacobin, «durante los últimos tres años se ha atribuido el mérito de impedir que la administración Biden regrese a cualquier apertura al estilo de Obama con la Isla».

Jacobin ha publicado una sugerente reseña sobre el enjundioso, incisivo y contundente reportaje cinematográfico Línea dura en el Hudson, que Belly of the Beast —novísimo e innovador medio de comunicación con sede en Estados Unidos—, hizo sobre Menéndez, recorriendo las calles de Union City y entrevistando a ciudadanos y también a políticos y empresarios, allí donde el senador, que ahora parece estar de capa caída, hizo sus primeros pininos en la política en la década de los 80, al amparo de Arnaldo Monzón, «el padrino de la ciudad», quien parece le puso el batón en las manos cuando esa urbe era conocida como el segundo mayor conglomerado de cubanos en Estados.

Los testimonios aparecidos en el documental aseguran que Monzón, propietario de una serie de tiendas de ropa femenina en Nueva Jersey y miembro de la directiva de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) de Jorge Mas Canosa, la agrupación contrarrevolucionaria terrorista que en la década de 1990 creó un «ala militar secreta», está en la larga lista de los atentados de aquellos años en la que resalta el nombre de Luis Posada Carriles.

Esta lista de crímenes sería demasiado larga para el espacio de una página de Juventud Rebelde. Pero hagamos el enlace necesario. Monzón, uno de los principales financieros del terrorismo, estuvo en el comité directivo para que Menéndez fuera elegido alcalde en 1982, que donó a su campaña para la alcaldía y campañas posteriores para el Congreso en los años 90, y que organizó recaudación de fondos.

La indagatoria del material fílmico da a conocer los poderes y vínculos de Menéndez con el terrorismo anticubano, al punto de que el artículo en Jacobin de comienzos de mayo dice: «El juicio por soborno del senador de Nueva Jersey Bob Menéndez comienza esta semana. Pero debería haber sido investigado hace mucho tiempo por sus vínculos con terroristas cubanoamericanos».

Efectivamente, en el expediente de Bob Menéndez hay otros crímenes, que dejarían casi como inocuos los delitos de corrupción; sin embargo, estos ni salen a relucir, porque están acordes o forman parte de la política oficial, sea el que sea el partido a cargo de la administración de Estados Unidos y están incrustados en el accionar del imperio.

Estos son algunos de los elementos que sacan a la luz ambas publicaciones, en ese viaje a la semilla de esta mala hierba.

En 1987, siendo alcalde de Union City, Menéndez no solo estuvo presente en una recaudación de fondos, también contribuyó a la defensa legal de Eduardo Arocena, cabecilla confeso de la organización terrorista anticubana Omega 7, que en su tiempo fue catalogada por el FBI como «peligrosa organización terrorista».

Arocena fue condenado en 1984 a dos cadenas perpetuas por un tribunal federal de Nueva York por unos 30 atentados con bombas y dos asesinatos, incluido el del diplomático cubano Félix García Rodríguez, el primer diplomático de la ONU asesinado en suelo estadounidense.

Estos datos también son necesarios para el conocimiento sobre este terrorista. En el juicio confesó haber introducido
gérmenes en Cuba y reconoció que la fiebre del dengue hemorrágico fue introducida en la isla a través de grupos afines de origen cubano radicados en la Florida. Por cierto, Arocena salió de prisión por «liberación compasiva», en junio de 2021, a comienzos de la administración Biden.

Para argumentar su apoyo a Arocena, Menéndez declaró al periódico local Hudson Dispatch que a veces «la ley en un momento dado tiene que ser violada», y la lucha por una Cuba libre debe llevarse a cabo «dondequiera que esté el enemigo», aunque dijo que el medio lo había citado mal, pero asegura Jacobino que «al día siguiente, le dijo a otro periódico local, el Jersey Journal, que apoyaba la defensa legal de los exiliados cubanos Alvin Ross, Guillermo Novo e Ignacio Novo. Los tres eran miembros de Omega 7 que habían sido acusados de asesinar al diplomático chileno de la era Allende, Orlando Letelier, en Washington DC, ocho años antes, a instancias de la policía secreta de Augusto Pinochet».

El senador cumple su papel en la trama

Agregue a estos datos que cuando Bob Menéndez fue procesado la primera vez (2015-2017) por cargos similares a los de ahora y salió absuelto hubo una buena recaudación de fondos para su defensa y al conocerse la procedencia de 1,3 millones de dólares se destacaban un grupo cabildero a favor del régimen de Israel y Jorge Mas, presidente de la FNCA.

En la urdimbre anticubana tejida desde 1959 en Estados Unidos en su intento perenne de derrocar la Revolución Cubana, cada cual lleva a cabo su tarea, y la de Menéndez ha sido propiciar las leyes del bloqueo y evitar cualquier posible flexibilización de estas.

Cuando los senadores Richard Helms y Dan Burton presentaron su engendro, el equipo de Helms contó con los senadores republicanos Lincoln Díaz Balart e Ileana Ros-Lehtinen y los demócratas Bob Menéndez y Robert Torricelli, todos con experiencias en previas legislaciones contra Cuba.

Favor con favor se paga, y sería conveniente advertir que si los terroristas confesos nombrados aquí y otros en la larga lista de asesinos gozaron de la benevolencia de la llamada justicia estadounidense y se pasean tranquilamente por las calles de los estados de la Florida y Nueva Jersey o fallecieron «en la paz» de sus hogares, una pregunta se impone: ¿podrá librarse Bob Menéndez de esta segunda oportunidad?

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