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De la cerveza a la gasolina, un mundo sancionado

Mucho antes de la operación militar rusa en Ucrania, incluso antes de la pandemia, Estados Unidos y la Unión Europea imponían medidas económicas  restrictivas a Moscú que se han ido incrementando

Autor:

Juana Carrasco Martín

A casi todo el mundo le gusta beber una cerveza, a algunos más que a otros. Bélgica se considera un verdadero paraíso para los amantes de la cerveza, en su pequeño territorio se encuentran casi 200 cervecerías diferentes que producen cerca de 1500 tipos y marcas distintas y de reconocida calidad mundial; es prácticamente un bien cultural de la nación, al punto que en 2016 la UNESCO declaró a la birra belga Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Y aquí viene el problema. Se ha hecho noticia que el aumento de costes y la interrupción en la cadena de suministro deja sin botellas a las cerveceras belgas, pues no poca de su producción es exportada y esos envases de cristal no regresan a los productores. Esto ya huele al aumento del precio de la refrescante bebida espirituosa producto de la fermentación de la cebada.

Si usted piensa que la solución es fabricar más botellas, tiene razón, pero el caso es que venían de Rusia, y ya se sabe que la Unión Europea ha sancionado a Moscú, siguiendo a Estados Unidos y la intención de Washington de borrar al gigante euroasiático del mapa comercial, financiero y económico del mundo.

Pues a cambiar botellas por laticas, y resuelto el problema. Se equivoca, Rusia es uno de los mayores productores de aluminio del mundo y los precios de ese material han subido, como casi todo a nivel planetario, y no hay país donde la inflación no  se coma los bolsillos de las personas comunes.

Publicaciones especializadas hablan de «un duro golpe al sector cervecero europeo», en cuya cadena desde el cereal (cebada o lúpulo) hasta el vidrio trabajan más de dos millones de personas.

Entonces… ¿a quién afectan las sanciones?

Lo de la cerveza es un caso «menor» en que los perjuicios —primero exacerbados por la pandemia y ahora por las medidas económicas para presionar a Rusia por el conflicto bélico que tiene por escenario a Ucrania—, están dañando seriamente a una economía  globalizada que ya sufría, antes de ambos fenómenos, una desaceleración e incluso se hablaba de una próxima recesión.

La participación de la Unión Europa —cuya economía no estaba en un momento esplendoroso— en la política de sanciones no solo significara pérdida de empleos en el viejo continente. Solo en Alemania más de 6 000 empresas tenían negocios con Rusia.

Y resulta que ahora los costos de la energía industrial se han disparado en los países otanianos y su periferia continental, lo que implica que las fábricas tienen que buscar combustible alternativo ante la posibilidad de que se apague el gas ruso. Por estos días se informa que la Unión Europea anda buscando ese otro mercado en Israel y la región, aunque se conoce suficientemente que es una de las zonas más inestables del mundo, precisamente por las guerras…

Al mismo tiempo, en todo el orbe se han elevado el precio de los alimentos, de los combustibles, de la energía eléctrica…y eso se siente, y ya tiene manifestaciones en protestas populares en no pocos países y en votos de castigo en las urnas en otros, lo que hace prever un panorama de desequilibrio real.

Todos pagamos

El viernes, el presidente ruso Vladimir Putin, habló en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo —al que asistieron presencialmente o mediante conferencias o seguimiento virtual altos funcionarios de 40 naciones, incluido el mensaje del presidente chino Xi Jinping, y otras 80 representadas por sus diplomáticos en Rusia, mucho más del doble de los 50 que han apoyado las sanciones contra el gigante euroasiático. Asia, África y Medio Oriente estuvieron muy bien representados en ese encuentro económico que acaba de concluir de manera exitosa.

El líder ruso, en su análisis de las sanciones impuestas por Occidente, aseguró sin titubeos que en lugar de socavar la economía y la sociedad rusas, como pretendían, han estremecido a sus creadores, y se refirió muy especialmente a sus vecinos de Europa.

«La Unión Europea ha perdido por completo su soberanía política, y sus élites burocráticas están bailando al son de otra persona, aceptando lo que se les diga desde arriba, causando daño a su propia población y su propia economía», dijo Putin, quien advirtió que los ciudadanos del Viejo continente están pagando el precio por «decisiones divorciadas de la realidad y tomadas en contra del sentido común».  Y argumentó con un pronóstico sombrío, las pérdidas directas solo por las sanciones podrían superar los 400 000 millones de dólares en un año.

La cifra contrasta con otra anunciada esta vez desde Occidente sobre las ganancias de Rusia con sus exportaciones de gas, petróleo y carbón desde que comenzara su operación militar en Ucrania. The New York Times asegura que los ingresos de Rusia por combustibles fósiles, de lejos su mayor exportación, se dispararon a récords en los primeros cien días del conflicto bélico, 93 000 millones de euros de ingresos, impulsados por una ganancia inesperada de las ventas de petróleo en medio del aumento de los precios.  Probablemente un récord, según datos analizados por el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio, una organización de investigación con sede en Helsinki, Finlandia.

La inflación consume a Occidente y Putin les dijo claro: «No nos culpen, cúlpense a sí mismos». Las sanciones de Estados Unidos y la UE contra Rusia, los avatares en los escenarios de combate, han afectado en particular las exportaciones de fertilizantes y granos, que han contribuido a la creciente inseguridad alimentaria mundial, al punto de hambruna en los países más pobres del mundo; sin embargo, ambas anomalías estaban presentes desde antes.

France24, en un artículo de finales del 2020 decía: «El Banco Mundial cree que el Covid-19 hundió a la economía mundial en su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial (1939 a 1945), aunque hay quienes se atreven a decir que es incluso más fuerte que la de Gran Depresión de la década de 1930».

Por supuesto la situación actual las exacerba.

Putin dijo que Rusia está lista para enviar alimentos a África y Medio Oriente, donde la amenaza de hambruna es más aguda, pero enfrenta obstáculos «logísticos, financieros y de transporte» impuestos por Occidente.

Sin embargo, Estados Unidos y Europa de segundona, prefirieron imponer duras medidas, la guerra económica, y obviaron las enseñanzas de la historia, las sanciones generalmente no logran alcanzar los objetivos políticos establecidos, y por lo general son contraproducentes a los deseos del bloqueador. Los cubanos damos fe de vida de ello, pues llevamos más de 60 años sufriendo, enfrentando y venciendo el cruel bloqueo estadounidense que no ha logrado doblegarnos.

En ese discurso de hace un par de días en San Petersburgo,  el Presidente ruso le dio una lección de soberanía económica y política a Estados Unidos y a la UE: Hay cinco principios clave que Rusia seguirá en el desarrollo económico: apertura, libertad, justicia social, infraestructura y soberanía tecnológica. Rusia «nunca seguirá el camino del autoaislamiento y la autarquía», pero ampliará las interacciones con cualquiera que desee comerciar y hay «muchos de esos países, subrayó el mandatario.

Que Rusia ha sido afectada en sus ganancias por la prohibición estadounidense de importar productos rusos, fundamentalmente los combustible, es innegable.

Sin embargo,  vemos a Estados Unidos tocando puertas, incluso de otras naciones a las que también tiene en la lista de los adversarios, y además importando productos petroleros refinados de los Países Bajos y la India, que lo más probable es que contengan el crudo ruso como principal componente. 

Además, y es un aporte sustancial para que las sanciones no hagan toda la mella que Washington pretende, el principal importador de combustibles rusos durante los cien días del conflicto armado ha sido  China y en niveles superiores a Alemania, Italia y los Países Bajos; mientras que Japón, principal aliado asiático de EE. UU. fue el principal comprador del carbón ruso.

Como advirtió Amir Handjani, un conocido analista, consejero de compañías petroleras y de firmas de comunicaciones estratégicas, en un artículo para Responsible Statecraft a principios de este año: «La guerra económica deja de ser una opción “barata” cuando el objetivo puede defenderse».

La caricatura que acompaña retrata la situación. Estados Unidos y Europa, por trasmano o como sea, continúa consumiendo el crudo ruso.

Entonces… queda el peligro de que se cruce la línea roja militar y se extienda el campo de batalla y la magnitud del conflicto hasta poner al planeta en un riesgo y sacrificio mayor.

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