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Castillo se subió la manga

El primer paso para acceder a una Constituyente reconecta al Presidente de Perú con las masas y con su programa de Gobierno, pero el proyecto tiene ante sí difíciles trámites

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Luego de las cortapisas impuestas por la derecha en el Parlamento para maniatarlo so pena de la democión, el presidente Pedro Castillo se arremanga y desafía, por primera vez de modo frontal, a sus enemigos políticos, aunque todavía el puño de la camisa no le llegue al codo.

El paso por el Congreso de un proyecto de reforma constitucional para que se permita la consulta popular con vista a una nueva Carta Magna, constituye el primer paso de un proceso constituyente que ya era vox populi en las consignas de los inconformes cuando su desencanto con la política tradicional condujo, precisamente, a la elección como jefe de Estado de este maestro rural.

Entonces Castillo era casi un desconocido entre el electorado, pero traía un historial limpio y llegaba procedente de los mismos estratos sociales relegados que, por eso, le dieron el voto. Para ellos eso era suficiente en medio de la corrupción institucional, y la reiteración en la primera magistratura de políticos al uso que mantuvieron el status quo. Además, el programa del candidato de Perú Libre traía, como primer punto, la promesa de la nueva Constitución necesaria para cambiarlo todo.

En esa demanda habían catalizado las protestas que en noviembre de 2020 conmocionaron al país y sacaron de la presidencia al efímero Manuel Meriño, un hombre proclamado mandatario por el Congreso después que la democión por este de Martín Vizcarra demostró que en las decisiones del legislativo no primaba el deseo de hacer el bien al país, sino los intereses de las tiendas políticas que son mayoría en el hemiciclo.

Es lo que sigue ocurriendo. El Congreso ha torpedeado el quehacer del nuevo Presidente durante los escasos, pero agitados nueve meses que dura su Gobierno, período en que el Jefe de Estado ha ajustado sus posiciones constantemente para obtener el visto bueno de un parlamento donde la derecha tiene mayoría.

Ahora mismo, esos sectores están dando sus coletazos a la presentación del proyecto de reforma constitucional con la solicitud de interpelación, el propio día, de otros cuatro de sus ministros, señalados por distintos motivos.

Las presiones para maniatar a Castillo se iniciaron apenas recibió la banda presidencial. Una tras otra, sus propuestas de conformación del gabinete de ministros fueron impugnadas en no menos de tres ocasiones, y se forzó el remplazo de personalidades «demasiado a la izquierda» para el gusto de los derechistas. Esas figuras fueron acusadas de todo para enlodar su hoja de servicios.

Sin llegar a la ruptura, crecieron al propio tiempo diferencias entre el mandatario y el partido que lo postuló, Perú Libre, una agrupación que no esconde su filiación marxista y antimperialista —«comunista» es el calificativo con que esa derecha «sataniza» al Presidente—, y que asumió su candidatura a pesar de que Castillo no procedía de sus filas, sino del sindicalismo magisterial.

La derecha llegó a poner al propio Presidente en la picota mediante dos intentos infructuosos de democión manipulando la figura de la vacancia presidencial, la misma que se usó razonablemente contra el expresidente Pedro Pablo Kuczynski, pero que se aplicó sin pruebas y de modo fraudulentamente express contra Vizcarra.

No es que Castillo se haya mantenido inerme. A pesar de las presiones, durante su escaso tiempo en el ejecutivo ha proclamado lo que llamó segunda reforma agraria para profundizar la que dictó Juan Velazco Alvarado en 1969, no con la entrega de nuevas tierras, sino de insumos a los campesinos para aumentar la producción, entre otras importantes medidas de beneficio para el pueblo.

Pero ninguna decisión tan trascendental como el deseo demostrado, finalmente, de dar paso a la Constituyente, aunque su materialización debe sortear el paso por el Congreso.

La primera instancia es el comité constitucional donde está ya, y hay evidencias de que el proyecto de reforma constitucional que permita el referendo pudiera ser desconocido, sin discutirse.

Reconectarse con las bases

El panorama previo al anuncio formulado por Castillo la semana pasada y concretado hace tres días, muestra a una ciudadanía que vuelve a tomar las calles, ahora contra un alza en el costo de la vida que tiene como detonante la subida en los precios de los combustibles, originada por el conflicto en Ucrania y las leoninas medidas de castigo a Rusia.

Cierto que, en ese contexto, la convocatoria a una Constituyente puede resultar la vista, al menos, de una salida a los problemas para una población en el hastío, como señalan sectores opuestos a una nueva Constitución, para minimizar su necesidad y su alcance.

Pero también es verdad que con las ataduras que la actual Carta Magna impone sería imposible enfrentar de mejor modo la contingencia creada. El Estado se encuentra amarrado por un régimen que ha dejado el control al poder privado y los grandes monopolios.

Así lo han señalado sectores populares y Vladimir Cerrón, el líder de Perú Libre, un político avasallado por los medios y la derecha con falsas acusaciones por sus posiciones de izquierda y quien, entrevistado por canaln.pe en Twitter, ha dicho que el actual Gobierno «ha estado aplicando el programa perdedor de las elecciones (el del neoliberalismo)», y ha considerado que «el pueblo ahora sí tiene un motivo de lucha y un motivo de respaldo».

Dicha reflexión no podría ser tomada a menos por un ejecutivo que seguirá siendo impugnado por la derecha y que, debe tener su sustento y defensa principal en esa parte nada despreciable del pueblo que lo eligió, y al que le prometió la nueva Constitución.

Se trata de esos sectores populares que defendieron su voto cuando Keiko Fujimori lo impugnó; pero que ya no salió a las calles a saludarlo el día en que el Presidente se dirigió, a pie, hasta el legislativo, para defenderse del último y fracasado intento de vacancia.

Ahora, las consignas de apoyo que el Jefe de Estado recibió el día primero de mayo, cuando defendió la Constituyente al hacer uso de la palabra en el nutrido acto de la Confederación General de Trabajadores de Perú (CGTP), dan cuenta otra vez de un respaldo cálido; aunque encuestas que pudieran haber sido manipuladas y que difunde la gran prensa peruana exhiben que, aparentemente, la mayoría de la población no consideraría importante rescribir la Carta Magna.

Los trámites

Claro que la oposición derechista en el Congreso se interpondrá en un trámite que busca introducir a la actual Constitución el artículo 207, según el cual «la elaboración y aprobación del proyecto de nueva Constitución está a cargo de una Asamblea Constituyente elegida por el pueblo, cuya propuesta de texto constitucional es sometido a referéndum popular ratificatorio».

Y añade que «La iniciativa de convocatoria a referéndum para la elección de miembros de la Asamblea Constituyente corresponde al presidente de la República con la aprobación del Consejo de Ministros; o por solicitud de los dos tercios del número legal de congresistas; o por un número de ciudadanos y ciudadanas equivalente al 0,3 por ciento de la población electoral nacional».

La propuesta contempla que la población se pronuncie acerca de la convocatoria a una Asamblea Constituyente en el marco de las elecciones regionales del próximo octubre, y establece la presencia en esa instancia, si se aprueba, de delegados representantes de los pueblos indígenas, afrodescendientes y de ciudadanos independientes.   

Sin embargo, será difícil llegar allá. Muy probablemente el proyecto sería rechazado en el pleno del Congreso si logra pasar por el Comité Constitucional, un paso que se da por improbable. Este jueves, la secretaría técnica de esa instancia ha recomendado archivarlo bajo un argumento sabido: la consulta popular no está permitida por la actual Constitución. Por eso precisamente se quiere cambiar. 

Sin brindar detalles, Cerrón ha adelantado que si la propuesta es entrampada en el legislativo, existe una opción B de parte de su partido. Por si acaso, las fuerzas de Perú Libre llevan meses recogiendo firmas a favor de una nueva Carta Magna.

Al menos, de momento, las bases para que se peleen asideros legales con vista a esa otra Constitución parecen echadas. Pero hay que esperar los próximos pasos de las partes.

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