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¿Por qué nadie llama enemigos a los talibanes?

Pueden irse las fuerzas militares ocupantes, encabezadas por Estados Unidos, a las que últimamente llamaban asesoras, pero llegará o crecerá otra tropa invasora, esta vez en busca de los minerales raros

Autor:

Juana Carrasco Martín

EL jefe del Estado Mayor de la Defensa del Reino Unido, el general Sir Nick Carter, provocó la controversia cuando en declaración a la BBC en Sky News, le dijo a la presentadora Kay Burley:  «Creo que hay que tener mucho cuidado al usar la palabra enemigo» al referirse a los talibanes.

Sin embargo, el debate puede ser en las redes, pero de seguro en círculos del verdadero poder político y económico la puja no tiene que ver con las palabras del general —quien  expresó lo que todos piensan y se cuidan de hacer, pero se lo callan—, sino en cómo llegar primero y en situación ventajosa a la meta apetecida —mucho más importante que la geoestratégica ubicación de Afganistán—: la tierra y las piedras del suelo y el subsuelo de esa nación centroasiática que ha vuelto a manos del movimiento extremista islámico.

Negociar, dialogar, tener paciencia, llamar a la tolerancia es cuanto prima en cuidadosas informaciones de los medios tradicionales y en declaraciones de autoridades gubernamentales y políticas variopintas en el escenario internacional.

Razón una y poderosa: el nuevo régimen talibán está asentado sobre riquezas minerales que en 2010 militares estadounidenses y geólogos calcularon en un trillón de dólares según su forma de contar (un millón de millones o billón);  aunque también es mucho más que eso, es controlar minerales que se dice que el mundo «necesita desesperadamente».

No se trata solo de la extracción ya en ejecución del oro, el cobre y el hierro, que se afirma que han dado mil millones de dólares por año, pero entre el 30 y el 40 por ciento de esa ganancia ha sido absorbida por la corrupción (el mismo día en que los talibanes tomaron Kabul la embajada rusa informó que el presidente Ashraf Ghani huyó del país con cuatro automóviles y un helicóptero lleno de dinero en efectivo, y era tanto que tuvo que dejar una parte para no desestabilizar el aparato, según la agencia de noticias RIA).

Tierras raras pero sustanciosas

Lo jugoso no está en esa minería tradicional, sino en otros elementos, el litio, el cobalto y los conocidos como las tierras raras (17 elementos químicos: el escandio, el itrio y los 15 del grupo de los lantánidos (lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio), necesarios para los intentos de reducir las emisiones de carbono que dañan el clima mundial con el uso de tecnologías limpias. Son «raras» porque resulta muy difícil encontrarlas en su forma pura.

Aunque es difícil su proceso extractivo, sus aplicaciones las hacen sumamente deseadas porque su uso es prácticamente ilimitado en las industrias aeroespacial y de defensa, nuclear, superconductores de alta temperatura, cables de fibra óptica, ordenadores y teléfonos móviles, acero y pigmentos para cerámica.

El litio, del cual la mayor reserva del mundo está en Bolivia, (se dan cuenta por qué Evo Morales «sobraba», le dieron un golpe de Estado y cuando el pueblo recuperó su Estado plurinacional, tratan de socavar al Gobierno de Luis Arce Catacora), tiene como segunda veta más importante al país afgano.

Por su elevado calor específico, el litio se utiliza en aplicaciones de transferencia de calor, y por su alto potencial electroquímico es un ánodo adecuado para las baterías eléctricas recargables (marcapasos, relojes, audífonos, calculadoras, celulares, vehículos motores… vehículos civiles y militares); es aditivo de algunos lubricantes. También se usa en la fabricación de vidrios especiales y en la elaboración de esmaltes para la cerámica.

No es el único, pero sí el más conocido en la actualidad. Y en honor a la verdad, no fue exactamente 2010 el año del «descubrimiento», sino cuando el Pentágono reconoció públicamente lo que tenía a mano. Los especialistas del Servicio Geológico de Estados Unidos comenzaron a estudiar ese potencial en 2004, tras conocer mapas generados por la Unión Soviética en la década de 1980, incluso datos anteriores de cientos de sitios minerales, según dijo Jack Medlin, de esa agencia gubernamental de cartografía civil y de ciencias del agua, la tierra y la biología, dedicada a monitorear, recopilar y analizar condiciones y problemas de los recursos naturales, pero como se ve en su mira no está fija en los territorios estadounidenses, hurga y estudia todo el planeta.

Un artículo reciente de CNN, cita a Rod Schoonover, a quien describe como un científico y experto de seguridad fundador del Ecological Futures Group: «Afganistán es, sin duda una de las regiones más ricas en metales preciosos tradicionales, pero también los metales (necesarios) para la economía emergente del siglo XXI», y la publicación estadounidense vinculaba el tema con el interés de países vecinos como China, Pakistán y la India.

Schoonover sirvió en la comunidad de inteligencia de Estados Unidos durante una década como Director de Medio Ambiente y Recursos Naturales en el Consejo Nacional de Inteligencia y como analista senior en la Oficina de Inteligencia e Investigación en el Departamento de Estado.

Según estimaciones del Servicio Geológico de EE. UU., las reservas mundiales de tierras raras son de aproximadamente 120 millones de toneladas métricas, la mayoría de estas se encuentran en China (unos 44 millones de toneladas métricas), al que Washington ha etiquetado como principal enemigo, pero las de EE. UU. se estiman en solo 1,5 millones de toneladas métricas, razones para la competencia y la guerra comercial que iniciara Donald Trump contra el Gigante asiático.

Cuando Mike Pompeo era director de la CIA, testificó ante el Congreso y destacó la necesidad de que Estados Unidos desarrollara un método para reducir la dependencia respecto a otros productores de las tierras raras.

La historia en Afganistán está en desarrollo, esta es una de sus aristas y hay que seguir cuáles serán las consecuencias para quien debe ser el protagonista principal: el pueblo afgano. ¿Podrá algún día beneficiarse de sus riquezas y salir de la pobreza extrema en la que lo obligan a vivir?

Conocimos los comentarios de Sir Carter, ni Moscú, ni Beijing han evacuado a sus embajadas en Kabul, indicios nada satisfactorios para EE. UU. Sin embargo, tampoco pensemos que Washington quedará de brazos cruzados ahora que la fuerza dominante en Afganistán son los talibanes.

Para EE. UU. no cuenta ni siquiera la opinión de los afganos, quienes deben decidir si quieren al talibán o a otras fuerzas como sus gobernantes.

Vale recordar que Trump había iniciado conversaciones con los talibanes en Doha. ¿Quedarán vestigios de aquel acercamiento? Todo indica que la guerra se traslada a otro escenario… quizá menos cruento, pero posiblemente expoliadora y con nombre de grandes empresas mineras…

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