La eventual victoria de Evo en Bolivia significaría una importante derrota al neoliberalismo regional. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 15/10/2019 | 11:16 am
La turbulencia derechista parece tener los días contados en la Patria Grande, por ello la actuación cada vez más agresiva de sus protagonistas en contubernio con la administración violenta de Estados Unidos (EE. UU.) que encabeza el inquilino de la Casa Blanca Donald Trump. El reciente revés del mandatario Lenin Moreno ante los movimientos sociales indígenas en Ecuador, que lo obligaron, luego de varias jornadas de protestas, a derogar medidas neoliberales, es un evidente síntoma de que el conservadurismo cede terreno en nuestra América.
Lo ocurrido en Ecuador demostró que con unidad las fuerzas populares y progresistas pueden hacer temblar incluso a un régimen represivo como el de Moreno, y dar también un viraje a corto plazo al escenario político en Latinoamérica, sin pecar de triunfalismos excesivos, ni mucho menos descartar nuevas patrañas de Washington y sus peones. De hecho, ya la derecha hemisférica está presta para intentar impedir otro éxito del presidente Evo Morales en las elecciones del próximo domingo 20 de octubre en Bolivia, lo cual sus adversarios tienen muy difícil de conseguir, pero de seguro tratarán de consumar con sus viejas y conocidas artimañas.
La eventual victoria de Morales en los comicios bolivianos significaría una importante derrota al neoliberalismo regional, y podría replicarse el 27 de octubre en las elecciones de Argentina con el binomio de los Fernández (Alberto-Cristina), frente al desprestigiado y fracasado Mauricio Macri. De ser así, las turbulencias ultraconservadoras que han sacudido la Patria Grande en los últimos años se verían amainadas, y volverían amaneceres soleados y de paz para al menos algunas naciones de la región, con augurios de materializarse en otras a corto y mediano plazos.
Gracias a la resistencia de Venezuela, Nicaragua y Cuba, amenazadas, agredidas, sancionadas y bloqueadas por EE. UU. con la complicidad de varios gobernantes derechistas, se ha evitado que Washington haya podido convertir otra vez a Latinoamérica en su traspatio. Junto a Evo en Bolivia, las revoluciones Bolivarianas, de Venezuela, Sandinista, de Nicaragua, y Fidelista, de Cuba, han puesto freno a las ansias de dominación total de la Patria Grande del actual ocupante de la Casa Blanca.
Y hablando de Trump, tampoco parece irle muy bien en su país, amén de que algunos analistas hablen de mejoras económicas en EE. UU. El "emperador" de turno está sometido a un proceso de posible juicio político que podría dar al traste con su mandato, o por qué no debilitarlo para la próxima contienda electoral por el trono de Washington. A muchos en el mundo, incluso a aquellos que prefieren callar o burlarse a escondidas por temor, les encantaría ver destronado al hoy mandatario estadounidense, dada su violenta y descarrilada conducta, tanto a lo interno de su país como en política exterior.
Quienes aún le sirven de peones en la América nuestra terminarán por caer, quizá antes de lo que piensan, porque se acerca una nueva primavera, sí, una primavera progresista y de paz para los pueblos.