Soldados del cuerpo de Fuerzas Especiales del Ejército de EE.UU. Autor: HispanTV Publicado: 21/09/2017 | 06:22 pm
El despliegue de efectivos de las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE) en Siria e Iraq provoca opiniones encontradas en torno a la estrategia del presidente Barack Obama para luchar contra el Estado Islámico (EI), reporta PL.
Los criterios se multiplican después de que el militar norteamericano de más alto rango, general Joseph Dunford, reconoció que ese grupo extremista fue neutralizado al nivel táctico, pero no desde el punto de vista estratégico, por lo que «no estamos satisfechos con lo que hacemos para derrotarlo».
Dunford, quien encabeza la Junta de Jefes de Estado Mayor, enfatizó este martes ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes que, para lograr el triunfo, la coalición y sus socios regionales tienen que socavar la supuesta invencibilidad del EI.
El secretario de Defensa Ashton Carter confirmó en esa misma sesión legislativa -donde fue interrogado durante más de tres horas por los congresistas- el envío de unidades de las FOE para cumplir misiones en Iraq y Siria. De hecho, desde hace más de dos años oficiales y soldados de esta especialidad operan de forma secreta en suelo sirio, cumpliendo misiones de inteligencia y subversión.
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Un artículo del diario The New York Times asevera este jueves que la Casa Blanca y el Pentágono están bajo una presión creciente para demostrar que Estados Unidos toma acciones concretas para combatir a los fundamentalistas, y por eso esta decisión se tomó de forma apresurada y sorprendió incluso a una parte de quienes deben ejecutarla.
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El Times cita a un funcionario no identificado que asegura este es el tipo de decisión que Obama pedía a sus asesores de seguridad nacional. Ahora la jefatura del Comando Conjunto de Operaciones Especiales retoca los detalles de esta inesperada propuesta de sus superiores, añade el rotativo neoyorquino.
En el plano político, el precandidato republicano a las presidenciales de 2016 Ted Cruz es partidario de intensificar la campaña aérea iniciada en 2014 por la coalición militar liderada por Washington, favorece el despliegue de pequeñas unidades de las FOE, pero está en contra del envío de grandes contingentes de tropas al Medio Oriente.
Puede que enviemos algunos especialistas para dirigir los ataques aéreos desde el terreno, con tareas concretas, pero no de la forma en que lo hace Obama: sin una misión ni un plan específico para triunfar, señaló Cruz, quien tampoco es partidario de buscar a toda costa el derrocamiento del presidente sirio Bashar al Assad, tal y como quiere el propio Obama.
Si el mandatario tiene éxito en sus intenciones de sacar del poder a al Assad, el resultado será que los terroristas más radicales ocuparán Siria, en particular el EI y esto es peor para los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos, añadió Cruz.
Otros aspirantes a la Casa Blanca por el partido rojo, como el exgobernador de Florida Jeb Bush y el neurocirujano Ben Carson, quieren que Washington ponga «botas en el terreno», al estilo de las contiendas de Iraq y Afganistán, algo que Obama no desea por ahora.
Los cuestionamientos a la estrategia de la Casa Blanca, y en particular del papel de los principales asesores de seguridad nacional del Presidente en este tema, resaltan con mayor fuerza ante las acciones que realizan las fuerzas armadas rusas desde el pasado 30 de septiembre contra los fundamentalistas, calificadas por las autoridades sirias de muy positivas.
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Con todos estos elementos, el Pentágono y el Departamento de Defensa, pero sobre todo el general Dunford, principal asesor del Presidente en asuntos militares, se enfrentan a una misión complicada y para salir de ella muchos consideran que la solución pasa por el envío de un contingente considerable de tropas terrestres.
Para otros, este sería un error de graves proporciones, con pocas posibilidades de éxito, que además pudiera tener un costo político ahora, a poco menos de un año de las elecciones generales.
De todas formas Obama está ante una encrucijada, pues la inacción tampoco resulta aconsejable, estiman especialistas en Washington, pues la oposición republicana aprovecharía para ratificar sus acusaciones sobre una supuesta debilidad del ejecutivo en temas de seguridad nacional.