Hace 50 años sus últimas palabras fueron: «¡Larga vida a Vietnam!». Después el guerrillero vietnamita Nguyen Van Troi fue ultimado con un tiro de gracia. Según recoge la historia, este joven tiene reservado un sitial de honor, como ejemplo de quienes estuvieron dispuestos a sacrificar su vida por la lucha de liberación nacional y por la solidaridad, hermandad y cooperación entre todos los pueblos.
Van Troi fue parte de la lucha para un Vietnam libre y dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de su país y del mundo en defensa de ideales de justicia e independencia.
Participó en el intento de ajusticiar al secretario de Defensa estadounidense Robert McNamara y fue capturado por el enemigo. Después de cinco meses de torturas, intentos de fuga y violentos castigos corporales, fue condenado a morir.
Por estos días se honra su memoria, no solo en su país, también en Venezuela, donde hace medio siglo un grupo de guerrilleros locales detuvo al coronel estadounidense Michael Smolen para pedir la liberación de Van Troi. Aunque los vietnamitas decidieron la liberación de Smolen, el Gobierno títere de Saigón asesinó a Van Troi.
Quizá de ese momento crucial en el que el hombre decide qué postura asume, quienes le dieron el tiro de gracia, debieron admirar la entereza de este joven que les dio entonces una lección a sus enemigos.
Medio siglo después Van Troi permanece como guía de la juventud vietnamita y del mundo.
Nguyen Van Troi momentos antes de ser ejecutado. Foto: tanphu