«El Caribe de hoy en día nunca habría logrado su agenda de desarrollo sin la presencia de Cuba», afirma el Primer Ministro de Saint Kitts y Nevis. Autor: Isidro Fardales Publicado: 21/09/2017 | 05:44 pm
Iniciativa de dos grandes hombres de esta Patria Grande que es hoy América Latina y el Caribe, el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro y el Comandante Hugo Chávez, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) constituye, dentro de la región, un mecanismo de cooperación en áreas del desarrollo para sus países miembros.
El ALBA es la simiente que dio paso al nacimiento de la Celac, que desarrolló durante dos días en Cuba un encuentro calificado de histórico.
En el marco de la magna cita, el secretario general del ALBA, Bernardo Álvarez, informó que Granada y Saint Kitts y Nevis solicitaron, de manera formal, su incorporación a ese organismo multilateral para unirse así a Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Ecuador y sus vecinas Dominica, Antigua y Barbuda y San Vicente y Las Granadinas.
En conversación con Juventud Rebelde, el primer ministro de Saint Kitts y Nevis, Denzil Douglas habló sobre la decisión que llevó a su Gobierno a integrarse finalmente al ALBA.
«Saint Kitts y Nevis es un miembro muy activo en la región. Hemos creído en la integración regional por muchos años, incluso antes de alcanzar nuestra independencia. Ya, junto a la mayoría de las naciones de la región nos habíamos incorporado a Petrocaribe y sentimos que el próximo paso debía ser incluirnos dentro de la membresía del ALBA. Era, además, un compromiso con el presidente Hugo Chávez.
«Nuestra pequeña nación ha estado experimentando dificultades económicas como consecuencia de la crisis financiera que afecta al mundo, y el financiamiento por parte de instituciones financieras a nivel mundial ha sido bastante limitado. Sabíamos que daríamos un paso certero con nuestro ingreso a la Alianza porque hemos podido ver los grandes beneficios que han alcanzado sus miembros, especialmente en el tema del desarrollo de nuestras naciones, altamente vulnerables.
«Sentimos que era necesario buscar nuevas formas de financiamiento para alcanzar el desarrollo, dado nuestro compromiso para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
«Ahora estamos esperando la respuesta del comité para que acepte nuestra membresía».
—Más allá de la búsqueda de beneficios económicos, ¿que otros aportes le podría ofrecer el ALBA a Saint Kitts y Nevis desde el punto de vista político y social?
—Vemos esta membresía como un grupo que no solamente se dirigirá a resolver problemas de tipo económico para el desarrollo, sino que tendrá gran importancia desde el punto de vista político y social.
«El ALBA, junto a Petrocaribe y la Celac, son una parte importante para el desarrollo de iniciativas en la región. Están las tres involucradas en lograr un positivo avance en la agenda económica, política y social de la región».
—¿Cómo valora Saint Kitts y Nevis el reconocimiento del Caribe como parte fundamental de América Latina dentro de la Celac?
—La Celac no podría existir sin el Caribe. Hay 33 miembros dentro del grupo y la Comunidad del Caribe cuenta con 15 miembros, casi el 50 por ciento de la totalidad. La Comunidad del Caribe, como grupo integrado, ha estado funcionando por más de 15 años, con nuestra experiencia y voz, por lo que si vamos a hablar de integración, el mecanismo está completo.
—¿Cómo valora el futuro de América Latina y el Caribe con la Celac?
—Va en muy buen rumbo. Necesitamos asegurarnos de que la Celac no sea solo un espacio para conversaciones.
«El organismo no debería identificar solo los retos que enfrenta la región, sino ser capaz de desarrollar las iniciativas, programas y proyectos necesarios que materialicen la integración política, social y económica de la región y así contribuir al beneficio de los 600 millones de habitantes que agrupa el bloque. Debemos enfocarnos en temas muy específicos que afectan a los pobres y a los extremadamente pobres de la región.
«La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños debe ser capaz también de hacerse escuchar en los foros internacionales, en los que países pequeños no tienen presencia ni voz para hablar en beneficio de sus pueblos.
«Nuestras pequeñas naciones nos enfrentamos al problema de la alta deuda financiera. Somos muy vulnerables a problemas externos causados por el hombre, como la crisis económica que estamos experimentando y de la que no hemos sido autores, pero que continúa afectando nuestro desarrollo.
«Padecemos también una alta vulnerabilidad a los fenómenos naturales, vinculados en gran medida con el cambio climático, situación que tampoco nosotros hemos provocado; esa es también una contribución del mundo desarrollado. No obstante, sufrimos los huracanes y todo tipo de desastres que dañan nuestra infraestructura y agricultura, causando daños económicos y sociales a nuestros pueblos.
«Por eso, creo que la Celac debe abordar problemas críticos como el desempleo, la educación, el cambio climático, retos energéticos. Necesitamos soluciones reales».
—Uno de los aspectos que se plantearon dentro de los debates en la Cumbre de la Celac, versó en torno a la necesidad de llegar a consensos para buscar soluciones concretas en el enfrentamiento a la vulnerabilidad de los Estados insulares al cambio climático. ¿Cuáles serían las propuestas sobre este tema que llevaría Saint Kitts y Nevis al marco del mecanismo?
—La Celac podría ser el espacio desde donde se apoyen a las pequeñas naciones que sufren en mayor medida los efectos del cambio climático. Podemos unir nuestras voces y llegar a los países desarrollados para que tomen conciencia del problema que le están causando a estos Estados pequeños e insulares.
«Necesitamos informes sobre las emisiones de carbono de las naciones desarrolladas y cómo afectan a las más débiles. Sabemos que existe financiamiento por parte de las instituciones internacionales para contrarrestar estos efectos, pero necesitamos asistencia técnica y financiamiento para crear los proyectos necesarios.
«También estamos solicitando que se comparta toda la información posible en cuanto al control de los principales desastres que afectan al Caribe: huracanes, tormentas, inundaciones».
—Para la política exterior de Cuba, las relaciones con el Caribe son un aspecto prioritario. ¿Cómo valora estos vínculos?
—Excelentes. Cuba ha sido un estimado amigo de Saint Kitts y Nevis. Reconocemos esta amistad porque conocemos los retos y sacrificios a los que se enfrenta la nación cubana para ayudar en el desarrollo de países pequeños como el mío. Es loable el soporte que nos ofrece en capacitación de recursos humanos, brindando servicios profesionales en áreas como la salud, la educación; así como la asistencia para la reducción del alto consumo energético. Este país ha sido, también, la voz fuerte que habla sobre los problemas políticos de la región y del mundo.
«Cuba es un amigo muy estimado y del cual depende tanto mi país, como el resto del Caribe.
«En estos momentos, soy el líder de más tiempo de servicio en toda la región caribeña y he visto que el ejercicio de la política exterior cubana en el Caribe ha transitado desde un simple apoyo hasta involucramiento total en los problemas caribeños.
«El Caribe de hoy en día nunca habría logrado su agenda de desarrollo sin la presencia de Cuba».