Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Seducciones de Margarita

La tierra que acoge a partir de este 1ro. de febrero la Serie del Caribe de béisbol posee numerosos encantos

Autor:

Osviel Castro Medel

LA ASUNCIÓN, Nueva Esparta, Venezuela._ Atrás quedó Puerto La Cruz, en el estado de Anzoátegui. La embarcación, con casi 300 personas y más de 40 autos a bordo, se enrumbó a Punta de Piedras, en la famosa Isla de Margarita.

Sin preguntárselo, Eduardo Quijada, trabajador de la terminal de ferrys, nos había dicho que «van a ganar los Navegantes de Magallanes»,  en alusión a las posibilidades del campeón venezolano de cara a la Serie del Caribe.

Lo entendimos. Viajar a la ínsula en estos días equivale a infiltrar en las conversaciones el tema del béisbol. Sin embargo, en las cuatro horas de travesía hasta el puerto margariteño no fue el asunto predominante en las charlas públicas de los pasajeros.

A poco de llegar, ya con estrellas en el cielo, entendimos que Margarita no es solo espumas de olas, celebridad turística, un estadio llamativo, historias de piratas.

Fortines y peces

Cristóbal Colón avistó esta porción de tierra en agosto 1498, en su tercer viaje de «descubrimiento». Para entonces la llamó La Asunción; pero poco después fue bautizada como La Margarita, siempre en detrimento del nombre aborigen de Paraguachoa, como le decían los nativos guaiqueríes. El vocablo significaba en su lengua «tierra de abundantes peces».

Lo cierto es que, como toda nuestra América, fue azotada por el látigo de los colonizadores europeos, quienes fundaron paulatinamente ciudades como Porlamar, La Asunción, Pampatar, Juan Griego…

La primera, pese a no ser la  capital de la Isla ni del estado de Nueva Esparta, es hoy la más importante por resultar la de mayor población (más de 190 000 habitantes en temporada de alza turística) y en la que se concentra buena parte de la actividad comercial.  La Asunción, capital política, acoge a las principales instituciones de Gobierno.

Volviendo de nuevo a la historia, Margarita fue blanco desmedido de ataques de piratas y corsarios. Por eso se llenó de fortines, al punto que hoy, con apenas 1071 kilómetros cuadrados conserva las fortalezas de San Carlos Borromeo, Santa Rosa de la Eminencia, y los fortines Caranta, España y de la Galera.

«Aquí han llegado a visitarnos en un día más de 2 000 personas», nos dijo Johan Corrales, guía turístico de la primera edificación, ubicada en Pampatar y notoria por ser Monumento Nacional desde 1965.

En su calabozo, terminado en el siglo XVII, estuvieron recluidos personajes margariteños que aportaron a la causa independentista como Manuel Plácido Maneiro y Luisa Cáceres de Arismendi. Y el más grande de América en el XIX, el Libertador Simón Bolívar, pasó por esta localidad en 1816, en trajines de la gesta emancipadora.

Igual de llamativo es el Fortín de la Galera, en Juan Griego, que fuera escenario de una encarnizada batalla entre tropas españolas e independentistas locales, muchos de los cuales perecieron en una explosión de un depósito de pólvora de la fortaleza y otros terminaron degollados con vileza en una laguna cercana.

En sus afueras algunos margariteños se dedican a expender hoy petroglifos de Venezuela (representaciones grabadas en piedras o materiales similares), que poseen significados simbólicos vinculados al amor, la amistad o la vida, como nos explicó una de las vendedoras.

Huellas

Tierra de contrastes. Mientras, por un lado, los señores se ufanan de sus regias residencias o vacacionan en algunos de los hoteles levantados aquí por decenas, por otro, los pescadores ruegan a la benevolencia del tiempo y la mar para retornar cada día con algo en los chinchorros y ganar el sustento para familias que suelen ser numerosas.

Precisamente el turismo y la pesca son los fuertes de Margarita. Apenas hay fábricas en este pedazo venezolano de más de 490 000 habitantes, cifra fluctuante según la temporada (alta o baja).

En nuestro apresurado recorrido divisamos de lejos playas paradisiacas, como El Agua o Manzanillo. O miramos hoteles como el Hesperia, el cual sirvió de alojamiento a la delegación cubana que, encabezada por Fidel, participó en la VII Cumbre Iberoamericana, celebrada en noviembre de 1997.

En esa ocasión, como recuerdan algunos de los trabajadores del hospedaje, elementos recalcitrantes radicados en Miami, aupados por la Fundación Nacional Cubano Americana, fueron capturados a bordo del yate La Esperanza en aguas jurisdiccionales de Puerto Rico, cuando se dirigían a la isla para asesinar al Líder de la Revolución.

Por cierto, varios de los margariteños contactados al azar por JR se refirieron con elogios a los «hermanos de Cuba», frase demostrativa de que, al margen de campañas mediáticas –aquí no son menores- la Patria de Martí resulta entrañable para muchos de ellos.

De seguro, en ese cariño ha influido la huella dejada por miles de hombres que, bajo la convocatoria del Gobierno Bolivariano, trabajaron y trabajan solidariamente en distintas ramas ligadas al bienestar del pueblo.

La doctora pinera Niurkis Castillo, nos informó que actualmente laboran aquí más de 500 cooperantes de siete misiones sociales, encabezadas por la médica, la deportiva y la energética. Funcionan siete centros médicos de diágnóstico integral (CDI) y varios Consultorios Médicos Populares (CMP).

Por la cercanía al estadio principal de béisbol, llamado Nueva Esparta (ubicado en las afueras de La Asunción) y del parque donde se realizarán las prácticas (en El Cardón), todos ellos latirán a partir de hoy cuando arranque la Serie del Caribe. Algunos, incluso, dejarán sus gargantas en los graderíos.

Otras dos islas

Debe aclararse que el estado de Nueva Esparta está compuesto por otras dos islas, Coche y Cubagua, ambas al sur de Margarita. La primera, de 55 kilómetros cuadrados, tiene unos 13 000 habitantes; la otra –sin infraestructura alguna y de 24 kilómetros cuadrados- está poblada ocasionalmente por unos 30 pescadores.

Logramos visitar la primera en un hilo de tiempo. Allí también trabajan a con intensidad 31 cubanos, de ellos 28 en el área de la salud.

En la ojeada rápida nos maravillamos por las habilidades de los pescadores curtidos en las artes de su oficio, por las inmensas colonias de pelícanos y por el sol saliendo de entre las olas y hechizando al visitante.

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