El Malecón entre los principales aciertos. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 21/09/2017 | 05:02 pm
Desde el mes de mayo buena parte del mundo palpitó en Shanghai, la perla del Oriente. La República Popular China organizó una Exposición mundial en la que todos quisieron mostrarse, un espacio de confluencias y encuentros con el tema: Mejor ciudad, mejor vida. Recorrer los 5,28 km cuadrados fue detenerse en lo mejor de los casi 200 expositores de los cinco continentes. Los 189 países y 50 organizaciones participantes en un evento que hizo historia, dejaron al descubierto sus mejores cartas.
Cuentan que cada día fue un hervidero. Muchos quisieron ver qué pasa en el mundo a través del prisma de la Expo. Y por eso no fue casualidad que más de 70 millones de visitantes hayan pasado por la feria, récord para este tipo de eventos. Largas filas dieron cuenta del interés, tanto de los chinos como de visitantes foráneos, mientras que dentro de los recintos expositivos cada quien buscó impresionar.
Cuba no faltó a la cita de Shanghai, y el pabellón cubano, como apuntó nuestro embajador en la nación asiática, Carlos Miguel Pereira, lució mucho como nosotros: «pequeño, pero muy dinámico».
Tras la conclusión del evento, el diplomático, quien fue además el comisario general de Cuba en el evento, conversó para los lectores de JR sobre las motivaciones que abrió la propuesta cubana, allí donde se soñó una mejor ciudad, una mejor vida.
Una ciudad para todos
Por obra y gracia del ingenio cubano, el Malecón habanero, con su frescura y azul, se trasladó a Shanghai. Dentro de los 500 metros cuadrados que ocupó nuestro pabellón en la Expo, este fue un sitio de éxito. Allí prefirieron la foto los hermanos chinos, y fue su modo de sentarse en ese muro emblemático donde empieza todo, de sentir la brisa de ese mar que nos identifica y define.
«Esta es la primera vez que Cuba participa en un pabellón separado, y esto ha permitido trabajar tanto en la decoración interior como en la exterior», destacó Pereira, quien subrayó el hecho de que nuestro país llevó a la muestra su propio tema: Una ciudad para todos.
Con esta propuesta «se trabajó la importancia que tiene para cualquier país del mundo —grande, pequeño, rico o pobre— el hecho de otorgar iguales condiciones y oportunidades a todos los habitantes de las ciudades, de manera tal que se integren a su funcionamiento, a su construcción, rehabilitación, al cuidado del medio ambiente, al rescate de lo patrimonial, a la vida cultural; todo sin distinción de raza, estatus social o creencia religiosa. La nuestra fue una propuesta inclusiva, una ciudad —parafraseando a Martí— para todos y al alcance de todos».
Como contó el Embajador, el pabellón cubano estuvo ubicado en la zona C, cerca de los espacios nacionales de Europa y de América Latina. El excelente sitio permitió que las gigantografías que mostraban los diferentes estilos arquitectónicos en las ciudades cubanas fueran más visibles, al tiempo que el uso de los colores de la bandera fue otro elemento que resaltó la identidad nacional.
«Dentro del pabellón hubo una confluencia de los estilos arquitectónicos que conforman una ciudad cubana. Desde lo colonial hasta lo más moderno, y se incluyeron nuevas soluciones para la construcción», subrayó.
«Compartimos una esquina importante con Venezuela, México y Chile. El espacio entre el pabellón cubano y el venezolano tenía una suerte de plaza pública, a la que llamamos espacio ALBA, donde se realizaron algunas actividades para dar a conocer la propuesta de integración regional».
Según comentó, a los visitantes les interesaron mucho las presentaciones de materiales audiovisuales sobre la vida en las ciudades de nuestro país, y nuestras experiencias en la rehabilitación, por ejemplo, de La Habana Vieja; el tratamiento a la comunidad desde el punto de vista social; la incorporación a la vida política y nuestros logros en materia de educación, salud, biotecnología, ciencia y técnica, deporte.
El pabellón cubano contó con una réplica de una Casa del Habano, un bar llamado Habana Club y tiendas, donde se vendieron artículos tradicionales y además se ofertaron productos de la Isla: Ron Havana Club y otros, así como varias marcas de café y tabaco.
«Este fue prácticamente el único pabellón en toda la Expo donde se pudo adquirir tabaco, a partir de una licencia del Comité Organizador que reconoce la calidad del producto cubano», apunta el Embajador.
El gran escaparate mundial
Shanghai 2010, además de constituir una oportunidad para ofrecer una fotografía de cada país asistente, también brindó un espacio para colocar en el mercado los productos nacionales, intercambiar experiencias y potenciar el comercio, más en medio de la actual coyuntura de crisis. Cuba trabajó para introducir en China algunas producciones:
«Ron, no ya el Havana Club que tiene un canal de comercialización a través de Pernod Ricard que va muy bien allá, sino otras marcas; el café cubano, por primera vez en China —Serrano, Cubita—, y de manera más limitada, las cervezas Bucanero y Cristal, las cuales se ofertaron en el pabellón», señaló.
«Un tema permanente fue la promoción de la biotecnología cubana. Una vez a la semana durante los seis meses se realizaron actividades con información general y muestras de los productos biotecnológicos que hoy se producen en China a través de las empresas mixtas, por ejemplo el monoclonal hR3, que se usa en el tratamiento de varios tipos de cáncer; el interferón cubano y otros», destacó Pereira.
Todo, unido a una proyección de imagen país de manera coherente, hizo que quienes se acercaron a nuestro espacio se llevaran una idea lo más cercana posible de Cuba, aun estando al otro lado del planeta.
«Tuvimos días de una altísima participación que llegó incluso a los 12 000. Pero como promedio el pabellón recibió unos 4 000 visitantes diarios de manera sostenida y fue, entre los pequeños, uno de los de mejor acogida», destacó con cierto orgullo Pereira.
Luego contó que los amigos chinos visitaron nuestro espacio con una empatía notable. Para ellos se trataba de un país conocido, hermano, que les ha llegado a través de la historia.
Entre los mejores
No es casualidad que Shanghai 2010 haya puesto en el centro de las preocupaciones el cuidado responsable del medio ambiente. Cuando a la especie humana se le agota el tiempo para poder mitigar siglos de depredación, China organizó un evento en el que se llamó la atención sobre la prioridad del asunto. En las ciudades modernas, que crecen a un ritmo acelerado, la vida de sus habitantes en armonía con la naturaleza fue una de las esencias que recorrió la Expo.
«Los organizadores hicieron un gran esfuerzo por presentar una Expo mucho más amigable con el medio ambiente. La propuesta china y de muchos países estuvo ligada a su protección y cuidado. Sin dudas, fue un tema permanente y la mayoría lo trató de una u otra manera», corroboró Pereira.
Sobre los pabellones nacionales más populares destacó:
«El pabellón chino fue el más popular de todos por la mezcla entre la modernidad y la tradición. En él se mostraron los cambios que han tenido lugar, sobre todo en los últimos 30 años de reforma y apertura en el país asiático. También trabajó los elementos de la formación de esa gran civilización con más de 3 000 años».
Asimismo, entre los más visitados estuvieron los pabellones de los países europeos, especialmente el español, el italiano, el alemán y el inglés. Además de ofertas gastronómicas, algunos atrajeron público con propuestas culturales recreativas y hasta con juegos electrónicos.
«Entre los latinoamericanos, uno de los que más aceptación tuvo fue el de Brasil, que trabajó mucho el tema fútbol, como parte de la vida de esa gran nación. En general América Latina contó con una participación muy importante en Shanghai. Cuba se distinguió dentro del conjunto, a pesar de ser un pabellón pequeño».
En efecto, la Perla del Caribe se vistió de largo cada día para mostrarse en la Perla del Oriente.
El pasado 31 de octubre, la Exposición Universal cerró sus puertas. La próxima cita será en 2015 en Milán. La conclusión del evento, que marcó un hito por ser la más grande y visitada de la historia y la primera que tiene lugar en un país en vías de desarrollo, ya tiene un sitio en la memoria colectiva del planeta. En la cosmopolita ciudad china se celebró el nuevo éxito de la nación. Allí estuvo Cuba que, como el resto de las naciones asistentes, pudo tantear la esperanza de este mundo visto desde Shanghai 2010.