Al paso de la urna con los restos simbólicos de Manuelita Sáenz, voluntad y pasión hecha mujer, el pueblo caraqueño lanzó flores y aplaudió conmovido y orgulloso. Autor: Yordanka Almaguer Publicado: 21/09/2017 | 04:59 pm
CARACAS.- Al paso de la urna con los restos simbólicos de Manuelita Sáenz, voluntad y pasión hecha mujer, el pueblo caraqueño lanzó flores y aplaudió conmovido y orgulloso, tras haber participado en su vigilia de dos días en la casa natal de Simón Bolívar.
Seis jóvenes capitanas de las Fuerzas Armadas de Ecuador, con el mismo uniforme que utilizó hace casi 200 años la coronela, escoltaron a la Libertadora del Libertador hasta el Panteón Nacional, seguidas de autoridades de Venezuela y de Ecuador, y un pueblo bolivariano en jubileo.
Los restos fueron entregados a cinco cadetes de las escuelas militares bolivarianas, que los llevaron al interior del Panteón Nacional, y fueron los presidentes Hugo Chávez Frías y Rafael Correa quienes los depositaron junto a los de El Liberador y develaron la placa conmemorativa del hecho, que lleva impresa un verso de Pablo Neruda: «El amante, en su cripta, temblará como un río…». Ya están unidos en el altar de la Patria latinoamericana quienes fueron como uno solo en la lucha por la independencia y en el amor.
Renace la historia, se siente este 5 de Julio, en que simultáneamente otra comitiva solemne lleva a la Asamblea Nacional el libro de actas del cabildo de Caracas, en que 42 patriotas, encabezados por Francisco de Miranda, estamparon su nombre avalando el texto de la Declaración de Independencia en 1811. Se preparaba así la sesión solemne de la legislatura en que el orador de honor fue el presidente ecuatoriano.
Es un día de estremecimiento americano. Capitana en Junín, Coronela tras la batalla de Ayacucho, Caballeresa del Sol en Perú, Generala hoy, en Caracas, la quiteña entra totalmente reivindicada en la historia que hizo, con el honor y la dignidad que merece quien luchó, desde antes de conocer a Simón Bolívar, por la independencia continental, ideal que fortaleció en la vida conjunta y del que jamás claudicó.
Inspiración para los latinoamericanos de hoy
En Venezuela el festejo comenzó desde su llegada el sábado al estado de Táchira, de ahí a Maiquetía en Vargas, y los dos días de velatorio en la casa natal del Libertador. Pero su recorrido, propiciado por el gobierno ecuatoriano para que sea memoria viva de la libertad de Nuestra América, se inició el 3 de mayo en la ciudad peruana de Paita, el pueblo donde murió en 1856. Precisamente es tierra de donde estuvo su humilde casa la que contiene la urna. Esa presencia inmortal siguió por Ecuador y Colombia hasta esta Caracas que la albergará en su seno más preciado para siempre.
El Presidente Hugo Chávez otorgó a Manuela Saenz el grado de Generala de Brigada del Ejército Bolivariano de Venezuela, durante el acto conmemorativo del 199 aniversario de la Declaración de Independencia, y la Espada de Bolívar, y con ese grado ingresaron sus restos simbólicos al Panteón Nacional.
Más de una vez se ha recordado por estos días en Venezuela el intrépido desempeño de Manuela en la batalla de Ayacucho, por el que el mariscal Antonio José de Sucre le escribió a Bolívar: «Se ha destacado particularmente doña Manuela Sáenz por su valentía; incorporándose desde el primer momento a la división de Húsares y luego a la de Vencedores, organizando y proporcionando el avituallamiento de las tropas, atendiendo a los soldados heridos, batiéndose a tiro limpio bajo los fuegos enemigos; rescatando a los heridos… Merece un homenaje en particular… por lo que ruego a S.E. le otorgue el grado de Coronel del Ejército Colombiano».
Así fue la mujer rebelde, compañera fiel y consejera que a su vez escribió sobre Bolívar: «Simón sabía que yo le amaba con mi vida misma…; tuve que hacer de mujer, de secretaria, de escribiente, soldado húsar, de espía, de inquisidora como intransigente. Yo meditaba planes. Sí, los consultaba con él…».
En sus Líneas de este domingo, el Presidente Chávez, escribió: «Con su estatura propia, con su herencia plena, con su fuerza indomable, la recibimos, Generala, en medio del júbilo de un pueblo que, también, la siente suya. De ella es toda la gloria: déjenos, a nosotras y nosotros, el cobijo de su alma inmortal con todo el fuego sagrado que la plena».
Al rendirle homenaje a esta figura, los mandatarios de Ecuador y Venezuela hicieron énfasis en el actual despertar de los pueblos, y en la necesidad de alcanzar la integración latinoamericana.
Correa afirmó que Manuela debe inspirar hoy a los latinoamericanos para construir un mundo nuevo, justo, lleno de igualdad y de mejoras económicas.
Por su parte, Chávez subrayó que en esta era Bicentenaria en la que se ha retomado el camino, no hay mejor manera de rendirle tributo que haciendo la revolución de hoy y dando continuidad a la Revolución de la Independencia.
Ambos coincidieron en la reivindicación histórica del papel de las mujeres en los procesos revolucionarios de nuestros pueblos, y el presidente Chávez afirmó que este era un acto de justicia feminista, como feministas debían ser los verdaderos revolucionarios.