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¡Que la historia no se repita!

La Comisión Nacional de Béisbol dio a conocer este martes las medidas disciplinarias adoptadas en relación con el incidente que involucró a Eriel Sánchez León y Miguel Rojas Rodríguez

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

La Serie Nacional, lastimosamente, parece degradarse en su espíritu y virtud de espectáculo principal que mueve tantas pasiones en la Isla. Los últimos hechos disciplinarios en los terrenos de pelota del país —que se repiten semana tras semana—, hablan por sí solos de las grietas profundas que invaden más allá de lo meramente deportivo e irradia en lo moral.

Hasta la fecha no ha habido una sola semana en la actual temporada que pase sin forcejeos o indisciplinas graves. ¿Acaso en los terrenos beisboleros de nuestro país existe una «licencia para matar»? Claro que no. Y con el inicio de las quintas subseries esperemos que la violencia no siga ganando espacio.

Por suerte, la mayoría de las indisciplinas este año no han pasado impunes, aunque a veces ha faltado un golpe definitivo que ejemplarice. El clímax de los hechos denigrantes dentro de un estadio en la 64ta. Serie Nacional aconteció en el Yayabo. Y la repercusión y rechazo del suceso lo conocemos de sobra a estas alturas.

Sin dilatar mucho la espera, contrario a la tónica usada en los últimos tiempos, este martes fue anunciada por la Comisión Nacional las medidas disciplinarias adoptadas en relación con el incidente que involucró a Eriel Sánchez León y Miguel Rojas Rodríguez, el pasado sábado 27 de septiembre en el estadio José Antonio Huelga.

Según reseña la nota, se decidió suspender a Eriel Sánchez de participar en el sistema competitivo del béisbol por un período de cinco años, mientras que a Miguel Rojas se le aplicó la medida por plazo de tres años.

Ambos cometieron una indisciplina tipificada de muy grave en el artículo 17, inciso c, del Reglamento Disciplinario del Sistema Competitivo del Béisbol, aclara la información. Además, precisa que se trató de un incidente evitable y fruto del actuar irresponsable de sus protagonistas.

Así las cosas, la pelota continuará moviéndose en los terrenos a la espera de que, mientras se juegue béisbol, los «guantes de boxeo» queden al fin fuera de las instalaciones. El público, la sociedad y el béisbol necesitan no convertir en regla la decadencia y el desamor.

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