LA semana pasada, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos informó la decisión de autorizar que empresas de ese país brinden servicios de Internet como mensajería instantánea, redes sociales y correo electrónico para Cuba, Irán y Sudán.
Al anunciar la medida, el Gobierno norteamericano dejó muy claro su objetivo de usar esos servicios como herramienta de subversión y desestabilización. Según reportó The New York Times, la medida respondía a los «crecientes llamamientos en el Congreso y otras partes a levantar las restricciones, sobre todo tras las protestas postelectorales en Irán que demostraron el poder de servicios de Internet como Facebook o Twitter». Quizá el periódico neoyorquino, en aras de la objetividad, debió referirse más bien a la capacidad de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para usar esas herramientas en su plan de desestabilización contra la nación persa, el cual ha sido denunciado reiteradamente.
Ayer Adam Szubin, director de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro, se refería a estas medidas tan publicitadas. Según Reuters, estas «sanciones inteligentes», son, en palabras de Szubin, «exactamente lo que yo pienso que la OFAC necesita hacer, no simplemente señalando nuevos blancos o reforzando las sanciones, sino también aflojando las sanciones cuando ello puede promover nuestros objetivos de política exterior».
La OFAC es tristemente célebre entre nosotros por su papel en la ejecución del bloqueo genocida, aplicando multas, amenazando a empresarios y persiguiendo cuanta transacción comercial hace Cuba. Y los objetivos de la política de las sucesivas administraciones norteamericanas hacia nuestro país, sean republicanas o demócratas, son también bien conocidos: destruir la Revolución, para recuperar el control de la que alguna vez fue su neocolonia y —no podía faltar— sus propiedades. (No se nos olvida que así termina el capítulo II de la Ley Helms-Burton, reflejando que ese precisamente es «el sentir del Congreso»).
Debemos agradecerle al jefe de los inquisidores de la OFAC su sinceridad. Sus declaraciones demuestran una vez más que el Gobierno de Estados Unidos no está interesado en flexibilizar su política ni de- sarrollar una comunicación normal con Cuba, sino en el establecimiento de canales que faciliten su labor subversiva contra nuestro país.
No hay «sanciones inteligentes», como no hay «armas inteligentes» ante la decisión de un pueblo de pagar el precio que cuesta su libertad. Señor Szubin: lo realmente lúcido sería eliminar de una vez el bloqueo y la política de agresión permanente contra Cuba.