Eugenio Ravinet, secretario general de la Organización Iberoamericana de Juventud Autor: Roberto Morejón Guerra Publicado: 21/09/2017 | 04:52 pm
Explica que ajustó su agenda para venir a Cuba y felicitar a la recién estrenada primera secretaria de la UJC, Liudmila Álamo, «y saludar y despedir a Julio Martínez». Es el chileno Eugenio Ravinet, secretario general de la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ), quien se muestra satisfecho de estar una vez más en La Habana.
«Cuba es un país importante en el concierto iberoamericano, y particularmente en la OIJ. Hemos podido cerrar un convenio de colaboración entre la UJC y la OIJ para desarrollar una agenda de trabajo bien concreta y específica en los próximos años».
—Sé que ha sido informado sobre los preparativos del próximo IX Congreso de la UJC...
—Siempre el ejercicio de discutir y participar es sano y positivo, y me contaba Liudmila que a eso ha sido invitada toda la juventud cubana. El momento en que se encuentra el mundo requiere que se escuche la voz de la gente joven, y no solo en Cuba, sino en todo el planeta. Los jóvenes representan una generación distinta, que ha vivido una etapa de la historia diferente a la de quienes han tomado las decisiones en los últimos años, y creo que es muy pertinente y sabio escucharlos. Espero que sea un gran éxito la reunión del 3 y 4 de abril de 2010.
—En su criterio, ¿cómo incide en la OIJ el giro a la izquierda experimentado en América Latina?
—En que hoy, más que hace algunos años, a lo mejor estamos preocupados por temáticas que son más propias de los jóvenes. Se nota que hay gobiernos más progresistas en el espacio iberoamericano, y el activo carácter inclusivo y cooperador de un organismo multilateral como este, ¡que se ve potenciado cuando los países integrantes creen en los organismos multilaterales!, es una ventaja que se aprecia.
—¿Le parece que hay un mayor nivel de participación de los jóvenes latinoamericanos en sus sociedades?
—No me parece, y es por lo que luchamos: por que haya suficiente participación en la construcción del futuro. En el último tiempo se han incorporado ideas nuevas, porque hay que distinguir que el hecho de ser joven no te da automáticamente la placa de pensar como joven; además, hay que reparar en que la juventud es muy diversa, y los modos que a veces tiene de hacerse escuchar están sobrepasados.
«Respecto a su peso específico y al de sus ideas en los gobiernos en general, todavía hay que avanzar. ¿Es mayor que antes? Lo es. ¿Es suficiente? Aún no.
«En el caso de Cuba, me emociona mucho que sea una mujer la que conduzca la UJC hoy día. En el mundo, el poder está construido por los hombres; la política ha sido exclusivamente masculina. El hecho de que Liudmila esté al frente de esta organización es un paso para hacer la política más real, más humana».
—En el mundo globalizado, donde se pretende imponer cierto modelo de joven exitoso, ¿qué tiene que decir la OIJ?
—Que el modelo de joven materialmente exitoso ha pasado de moda; la crisis financiera lo demostró: una sociedad con más progreso y desarrollo no se construye a partir del éxito en acciones, bonos y ese tipo de cosas, sino desde el compromiso cotidiano por hacer una sociedad más justa.
—¿Perspectivas de acción?
—Queremos tener en 2010 una Conferencia Mundial de Juventud, para debatir sobre los retos de las nuevas generaciones y proponer algo así como unos objetivos del Milenio. En América Latina, por ejemplo, el índice de desempleo en los jóvenes triplica al de los adultos. Hay que asegurarles participación, darles oportunidades políticas, solucionar sus problemas de salud...
«Tenemos paradojas vergonzosas, como que los embarazos de adolescentes aumentan, y sin embargo, cae la natalidad. Tampoco hay campañas efectivas para contrarrestar la mortalidad por accidentes de tráfico, primera causa de fallecimientos juveniles. Hay que trabajar, para que la gente joven se integre y persiga la justicia y el desarrollo en la construcción de sus sociedades».