El presidente Chávez califica a las elecciones de noviembre como puerta hacia la «nueva era», ese socialismo que necesita la profundización de transformaciones, la participación imprescindible de las bases
CARACAS.— Movilizaciones del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) marcan el paso en la campaña proselitista hacia las elecciones regionales del 23 de noviembre, con el respaldo de decenas de miles de defensores del proceso bolivariano a lo largo del país.
Combativos, alegres y bien nutridos fueron los actos de los últimos tres días en los estados de Portuguesa, Barinas y Trujillo, características que deben matizar también al que tendrá lugar este domingo en el estratégico Zulia, gran productor de petróleo, y donde el joven candidato socialista Gian Carlo Di Martino —actual alcalde de Maracaibo, la ciudad capital— debe sustituir en la gobernación a una de las últimas «figuras prominentes» de la dividida oposición: Manuel Rosales, fallido aspirante a la presidencia en diciembre de 2006 frente a Chávez y, según algunos, poseedor de no siempre bien habidas facilidades financieras que ofrece como sostén a algunos de sus correligionarios en otros puntos de la geografía nacional.
Pero si algo destaca en la campaña del PSUV no es solo el respaldo de esas multitudes convencidas, y reacias a dejarse manipular por el proselitismo mentiroso de quienes quieren acabar con Chávez para cercenar la Revolución. Descuella también el contenido de esa campaña distinta, que no se construye sobre promesas ni tiene por base la rabia de los viejos, o ahora maquillados partidos puntofijistas. El sustento principal es la difusión de las ideas: armas esenciales para seguir construyendo y vencer la tergiversación, que otra vez ha tenido como ejecutores a los llamados grandes medios.
Es mucho lo que se ha hecho durante estos años en bien del país, y mucho lo que aún se quiere hacer en pos de lo que, hace rato sin ambages, se ha identificado aquí como socialismo: único sistema capaz de adentrar a nuestras naciones al desarrollo con independencia y, sobre todo, con justicia social.
Por eso el presidente Chávez califica a las elecciones de noviembre como puerta hacia la «nueva era», ese socialismo que necesita la profundización de las transformaciones, y la participación imprescindible de las bases. Sin ellas —como apuntó el líder venezolano el sábado— no se puede.
Ahí está el epicentro de los próximos comicios, donde los venezolanos elegirán a alcaldes y gobernadores para dibujar otra vez el mapa político de Venezuela, y decidir si los electos serán facilitadores de ese proceso, o sus saboteadores.
Los avances de apenas diez años pueden palparse, sobre todo, fuera de las grandes urbes. En alejadas comunidades otrora relegadas y donde crecía la marginación, impacta observar la concreción de proyectos que facilitan el sustento producido con manos propias allí mismo y que, por primera vez, hacen a la gente del pueblo gestores, contralores y protagonistas, con la presencia de los consejos comunales y el financiamiento de entidades estatales como la nueva PDVSA. Rescatada de las manos de la gerencia oligárquica que instrumentó el vil paro petrolero en diciembre de 2002, las ganancias de la empresa petrolera están ahora al servicio del pueblo, y constituyen un fortísimo soporte a la gestión social.
A partir de ahí, los planes están dirigidos a articular a los estados para que actúen como regiones, y extender y enriquecer los proyectos productivos en lo que el Presidente venezolano explicó el viernes en su natal Barinas como ABC de la llamada «nueva geometría».
Comunas socialistas, profundización del combate al latifundio, y programas de aceleración del desarrollo nacional estarán en la agenda de las alcaldías y gobernaciones que los votantes otorguen a los representantes del proceso bolivariano, y del pueblo.
Para la fecha clave restan apenas 41 días. Chávez ha dicho que el del 23 de noviembre será un amanecer «lindo».