Lazo se reunió con el presidente de Namibia, Hipikepunye Lucas Pohambo. Foto: IsmaelFrancisco/PL ROMA, junio 3.— Alejado del protocolo y con lenguaje incisivo, el director general de la FAO, Jacques Diouf, criticó a los países ricos por dar la espalda y dejar crecer la crisis mundial en la producción de alimentos.
En medio de estrictas medidas de seguridad y con notables signos de desorganización, Roma acogió este martes el inicio de la Conferencia de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria, Retos del Cambio Climático y la Bioenergía.
Ante delegados de 193 países, alrededor de 50 dignatarios y más de un centenar de ministros, el titular de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) no tuvo remilgos al abordar el problema, comentó PL.
Nadie entiende cómo es posible crear un mercado de emisiones de carbono de 64 000 millones de dólares en los países desarrollados, pero no se esté en condiciones de obtener financiación para evitar la deforestación de 13 millones de hectáreas por año, dijo Diouf.
También fustigó las subvenciones de casi 12 000 millones de dólares en 2006 y las políticas arancelarias, que desviaron del consumo humano 100 millones de toneladas de cereales «para aplacar la sed de combustible de los vehículos».
Diouf, de origen senegalés, tampoco fue condescendiente con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), por «provocar la distorsión del mercado con 372 millones de dólares de subsidios a sus agriculturas» y, sin mencionarlo (a Estados Unidos) deploró que un solo país desechara 100 000 millones de dólares en alimentos anuales para destinarlos a biocarburantes.
La pregunta es cómo se explica a las personas con sentido común y buena fe que no se puedan encontrar 30 000 millones de dólares por año para asegurar a 862 millones de pobres, la satisfacción de la más básica de las necesidades humanas, dijo.
En un mensaje a la Cumbre, el Papa Benedicto XVI afirmó también que el hambre y la desnutrición son inaceptables en un mundo que dispone de niveles de producción, recursos y conocimientos suficientes para poner término a ese tipo de dramas y consecuencias, y pidió a las naciones que realicen reformas estructurales «indispensables para ayudar al desarrollo».
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió a los delegados lograr un mayor consenso internacional sobre los biocarburantes, y propuso un plan emergente focalizado en el segmento más vulnerable de la población mundial, que expanda la asistencia a los agricultores.
También los presidentes de Brasil y Argentina, Luiz Inacio Lula da Silva y Cristina Fernández, respectivamente, intervinieron.
Lula defendió la producción de etanol, aunque marcó distancias entre su país, que lo produce a partir de la caña, y quienes usan maíz y productos agrícolas de alto consumo. El énfasis lo, puso en lo que calificó de «intolerable proteccionismo que atrofia y desorganiza la producción agrícola».
Fernández, por su parte, consideró que las distorsiones en la crisis alimentaria del orbe tienen, además, una base en la acción especulativa del sector financiero, que señaló como una de las causas del conflicto del campo en su país.
Mientras, fuera de allí, delegados de movimientos sociales, organizaciones de agricultores y grupos indígenas del Sur realizan el foro alternativoTerra Petra, organizado por el Comité Internacional de Planificación.