Cuatro semanas antes de que los líderes de las principales naciones industrializadas del mundo se reúnan en una instalación cerca del Mar Báltico al norte de Alemania, la policía llevó a cabo allanamientos generalizados en las oficinas y viviendas de luchadores de izquierda de quienes sospechaba intentan interrumpir la reunión.
Los allanamientos, en los que 900 oficiales de la Policía registraron 40 instalaciones en seis ciudades, constituyeron una gran muestra de fuerza contra unos manifestantes virtualmente violentos en la reunión del G-8.
Como otros países que también han sido anfitriones de esta reunión durante los últimos años, Alemania tiene temor de que se repitan los disturbios ocurridos en Génova, Italia, en el 2001, cuando la Policía mató a un manifestante.
Los fiscales federales aseguraron que estaban investigando a las 18 personas sospechosas de pertenecer a un grupo que, según ellos, planeaban explosiones y otros ataques para interrumpir el encuentro en Heiligendamm, una apartada y costosa instalación ubicada en la costa de la ex Alemania Oriental.
Los fiscales no anunciaron ningún arresto, pero afirmaron que las personas en su lista eran sospechosas de llevar a cabo explosiones y otros ataques, menos graves, en Hamburgo y Berlín en los últimos dos años.
El Ministerio del Interior declaró que ajustará los controles en las fronteras para impedir que los perturbadores entren a Alemania —una táctica que utilizó con éxito el verano pasado durante la Copa Mundial de Fútbol. Normalmente, las fronteras de Alemania con sus vecinos de la Unión Europea están abiertas de par en par.
«Queremos hacer una distinción entre los que vienen a protestar pacíficamente y los que planean la violencia», manifestó Christian Sachs, vocero del Ministerio. Caracterizó estas medidas de seguridad como las más amplias para un evento en Alemania desde la II Guerra Mundial.
La canciller Angela Merker planea recibir el 6 de junio a los líderes de Gran Bretaña, Canadá, Italia, Francia, Japón, Rusia y los Estados Unidos para la reunión de tres días. Prepara una agenda que incluye temas tan variados como el cambio climático y África. Sin embargo, el terrorismo también pudiera ser un asunto de interés para los líderes.
Durante el último encuentro del Grupo de los 8 en Europa Occidental, celebrado en Gleneagles, Escocia, en julio de 2005, los líderes apenas se habían establecido cuando se dieron a conocer las noticias de explosiones fatales en el sistema de tránsito de Londres.
Alemania ha estado preocupada por las nuevas amenazas terroristas desde el mes pasado, cuando el Ministerio del Interior declaró que había conocido que un grupo islámico radical planeaba atacar una instalación estadounidense aquí. Estados Unidos reforzó las medidas de seguridad en su embajada en Berlín y otras oficinas diplomáticas.
«Esa amenaza fue muy grave», expresó Rolf Tophoven, experto alemán en contraterrorismo.
Sachs sostuvo que no existían evidencias que relacionaran esa amenaza con la reunión del G-8. Las autoridades afirman que están más preocupadas por los grupos radicales antiglobalización, los cuales han utilizado la Internet para movilizar decenas de miles de manifestantes en anteriores reuniones del G-8, incluso las celebradas en lugares igualmente apartados.
Las autoridades alemanas no quieren correr riesgos. Han construido una cerca de 7.5 millas, a un costo de 17 millones de dólares, que impedirá el acceso a Heiligendamm. Los residentes locales se han quejado por la cerca de concreto y alambre de púas que algunos han comparado con un nuevo Muro de Berlín.
Nueve buques navales patrullarán las aguas que rodean la instalación, mientras que 16 000 oficiales de la policía local y 1 100 soldados protegerán el perímetro, para mantener a los manifestantes a varias millas de distancia de la reunión. Los organizadores de la protesta manifestaron que las medidas de seguridad habían opacado las que fueron tomadas durante la visita del presidente Bush en julio del año pasado al mismo lugar de Alemania.
Monty Schädel, organizador local de las manifestaciones, planteó que las fuerzas antiglobalización en Alemania habían estado sometidas a una intensa vigilancia por parte de la policía en las recientes semanas.
Los organizadores le han dicho a la policía que esperan la participación de 100 000 manifestantes en Rostock y otras ciudades cerca de la reunión. Schädel considera que la actual manifestación pudiera reunir de 50 000 a 150 000 personas.
Sin embargo, a medida que se acerca la reunión, las tensiones aumentan. Los manifestantes recientemente arrojaron pintura sobre las paredes del hotel en Heiligendamm. En diciembre, un auto que pertenecía a un alto funcionario del Ministerio de Finanzas fue incendiado. (Fragmento, tomado de The New York Times, 9 de mayo de 2007, EE.UU.).