¿Por qué Guilad Shalit, de 20 años, fue secuestrado por militantes de la resistencia palestina?
Este joven israelí, de apariencia frágil y auxiliado de un par de espejuelos, induce a pensar que mejor estaría estudiando que tripulando un tanque, uno de esos que penetran en territorio palestino para arrojar muerte sobre cuantos civiles se atraviesen en su camino.
Pero Guilad no está en la universidad, sino en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Por tres años. Le han dicho que su ejército es «el más humano del mundo» y que cumple el deber de proteger a un Estado minúsculo, rodeado de vecinos hostiles. Y ahí anda él, a bordo de un blindado que no ha tenido que disparar jamás hacia Jordania o Egipto, sino hacia una tierra precisamente asfixiada por Israel.
Guilad estaba el domingo en su base de Kerem Shalom, cuando de pronto, un grupo de milicianos palestinos salieron de un túnel y entablaron combate con los soldados israelíes. Dos de ellos fueron ultimados —también lo fueron dos palestinos—, y Guilad, herido, fue raptado y llevado hacia la Franja de Gaza a través del conducto subterráneo. Hoy se desconoce su paradero exacto.
A cambio de su liberación, los secuestradores exigen la excarcelación de todas las mujeres y los niños palestinos presos en Israel. Pero al primer ministro israelí, Ehud Olmert, la propuesta le «resbala», y ya prepara un avasallador despliegue militar en Gaza. «Se está acabando el tiempo», advierte.
No hace un año aún, las fuerzas sionistas se retiraron de ahí. ¿Y ya Olmert habla de volver?
No es difícil ver cuán encadenado está Israel a su propia voracidad. Claro, para algunos suelen ser «dulces cadenas». No escasean los políticos y los militares israelíes a los que la palabra «paz» les causa urticaria, y pretenden hacer de la historia de su país una eterna novela bélica.
Ahora, ¿por qué habrían de regresar las fuerzas sionistas? Porque los cohetes caseros palestinos siguen volando desde la Franja hacia Israel, porque este responde con artillería, masacre de civiles y secuestros de milicianos palestinos; porque a los secuestros sigue ahora el de Guilad, y un largo etcétera.
Los tanques de Israel están listos para atacar Gaza. Guilad Shalit tripulaba uno de ellos. Pero vamos a la génesis: ¿Por qué, si Israel abandonó Gaza, de ahí le siguen lloviendo cohetes? Sencillo: porque el territorio palestino no es solo Gaza, sino Cisjordania y Jerusalén Este, y la resistencia continuará por todos los medios posibles hasta que el Estado sionista entienda que debe salir de todas esas zonas de una buena vez.
Volviendo a Guilad, el caso ha movilizado a medio mundo. Egipto y Francia —el muchacho posee nacionalidad francesa e israelí— hacen gestiones con el gobierno de HAMAS, pues algunos de los implicados pertenecían a ese grupo, y la cancillería de Israel pidió ayuda al cuerpo diplomático.
Por su parte, Noam Shalit, padre del soldado, solicitó a los secuestradores que recuerden que «él es un ser humano». «Creemos que ellos también tienen familias e hijos, y saben por lo que estamos pasando», añadió.
Desde luego, no está mal que se llegue a una solución humanitaria. Pero el pasado sábado, militares israelíes incursionaron en Gaza y secuestraron a dos presuntos miembros de HAMAS, ¿y dónde estuvieron los esfuerzos diplomáticos para persuadir a Israel de la ilegalidad de su proceder? ¿Alguien escuchó a los dolientes de estos?
El círculo vicioso de la desesperanza sigue girando en Tierra Santa. Inacabablemente.