El inicio del curso escolar es un acontecimiento para toda la familia. Cuando el más pequeñín de la casa le da su manito a mamá para acudir a su primer día de clases, comienza un camino que tendrá que labrar, entre logros, fracasos, obstáculos y ventajas. De su tesón personal dependerá, en buena medida, el éxito que alcance.
Formar a los jóvenes en la insaciable sed del saber, en el amor a la patria y en sólidos principios éticos es el compromiso y la responsabilidad de quienes los conducen por las aulas de los diversos niveles educacionales.
Ese camino está abierto para todos los cubanos sin discriminación alguna. Con la audacia que proporciona la juventud, y el deseo intrínseco del ser humano de aprender, podrán alcanzarse los más altos conocimientos y forjarse entonces los dones del bienestar individual y social.