Tras la derrota de anoche ante Colombia, a los cubanos no les queda otra opción que ganarle a Venezuela. Autor: PL Publicado: 28/11/2023 | 10:34 am
Managua, Nicaragua.- Ayer lo decíamos: esto empieza ahora. El calendario para Cuba era semejante a una montaña. Poco a poco, subiendo. Las victorias iniciales no podían servir más que para impulsarse ante lo que se vendría, sobre todo, lunes y martes.
Tras la derrota de anoche ante Colombia, no queda más opción que ganar hoy a Venezuela. Es eso o decir adiós al Mundial de China en 2024. Lo saben los muchachos, el cuerpo técnico y todos los que aquí le van a Cuba.
Venezuela también lo sabe. Ellos con un triunfo hoy matan dos pájaros de un tiro: sacan su pasaje para el otro lado del mundo con una fecha de antelación y de paso eliminan a Cuba.
Una derrota complicaría a los morochos, porque se verían obligados a vencer mañana al rocoso Colombia, que como ellos amaneció invicto en tres salidas al campo de juego.
Este martes promete. Se decide mucho en la tarde. Esos siete innings (si no hay nocaut o extrainning) del Cuba-Venezuela pueden convertirse en el capítulo final de esta película o también en la antesala de un miércoles de infarto.
Y digo final, porque lo importante aquí no es el oro, sino el tique para China. De asegurar los boletos Venezuela y Colombia, mañana irían por definir quién va por el título y quién por el bronce. Pero si gana Cuba, entonces el guion será otro.
Nuestros muchachos tienen un incentivo adicional: su mentor Eddy Cajigal está de cumpleaños. Tremendo día. El único festejo que quiere es la victoria. ¡Qué mejor cake!
Ahora por la mañana está reunido el colectivo técnico. Se esperan cambios en el lineup. Ayer fueron movimientos internos: del seis al ocho y del ocho al seis en el orden, nada más; hoy pueden ser más ajustes. Anoche Cajigal lo dejó entrever.
El pícher será el mismo anunciado hace días: Albert Valladares, todo el bullpen está listo, aunque Colombia lo castigó. Rafael Perdomo está inquieto, loco por trabajar. Ese muchacho tiene hambre de béisbol y eso es genial, dicen los que saben.
Cuba necesita producir más carreras. Está dejando muchos hombres en circulación o generando conexiones «matarralling».
Esta será la cuarta vez que Cuba y Venezuela choquen en torneos panamericanos sub-23. El saldo beneficia a los nuestros 2-1. En 2017 ganaron ellos con pizarra de 2-0, en 2020 devolvimos la blanqueada (5-0) y en 2022 nos pusimos delante por 3-1.
Ellos, en cambio, tienen más linaje. Fueron bronce en el Mundial de 2018 y campeones en 2021. La mejor ubicación de Cuba es el cuarto puesto en 2021 y de la pasada edición no queremos acordarnos: décimo lugar, la peor actuación histórica de un equipo de América en citas del orbe de la categoría sub-23.
Pero en el béisbol, un juego no se parece a otro. Y cuando el árbitro canta play ball se abre un mundo nuevo para ambos contendientes; no cuenta la historia ni el linaje.
Los muchachos sintieron la derrota ante Colombia, pero amanecieron con espíritu ganador, sin exceso de confianza, pero sí seguros y mentalizados en que pueden conseguir el éxito que les mantenga el sueño, realizable, de viajar hasta China el año próximo.
En el grupo A, Nicaragua apaleó a República Dominicana (15-5) y es el único invicto en esa llave, pero todavía no está seguro en el avión a Beijing. Anoche algunos medios aquí soltaron titulares asegurando lo que todavía no es. Queda una variante de triple empate con Puerto Rico y México que no pueden descartar. Igual hay mucha rivalidad entre República Dominicana, Puerto Rico y México.
Como titulé anoche: Cajigal quiere su premio. El hombre se lo merece, y Cuba también.