Raidel Martínez firmó el salvamento. Autor: Yuhki Ohboshi Publicado: 15/03/2023 | 10:08 pm
No hay otra palabra que pueda definir con semejante precisión, por mucho que su uso constituya prácticamente ya un cliché en temas beisboleros. Pasión. ¿Y qué otra cosa, sino eso, revela la imagen de las personas paradas este miércoles en la mañana justo delante de una pantalla en el habanero cine Yara, antes de llegar al trabajo, para no perderse el partido de Cuba en el Clásico Mundial?
Vehemencia, frenesí, tradición. Todo eso es la pelota para el cubano y el triunfo ante Australia en la fase de muerte súbita que daba acceso a semifinales ha puesto este país «patas arriba». Si los fiascos exacerban, los triunfos le dan a Cuba entera un ritmo distinto. No hay nada como ganar en el béisbol y el llamado «Team Asere» ha logrado con su garra la simpatía de todos.
Pero la quintaesencia de la esperanza que desprende el equipo que peleará por la gloria en Miami, es esa sazón inconfundible dentro y fuera del terreno y el espíritu desenfadado que hereda de aquel conjunto subcampeón de 2006, que no le temía a nada porque no tenía nada que perder, y que así caminó y caminó contra viento y marea y se instauró en la élite que le corresponde a la pelota de esta Isla por historia.
Y hay otra palabra clave también en todo esto: unión. En el Cuba de este 5to. Clásico Mundial convergen en armonía los de aquí y los de allá, mientras las fronteras se diluyen ante la fuerza de una cubanía perenne, que redobla su espíritu en un deporte que no en vano es patrimonio cultural de la nación.
Por eso si criticamos muchos al inicio al mentor Armando Johnson por decisiones tácticas contradictorias que bien pudieron costar una eliminación prematura, debemos ahora reconocerle e incluso agradecerle su capacidad para gestionar un grupo tan heterogéneo. Cuba ha sido el leitmotiv y solo un cubano a la altura de Mandy podría responder con tal eficiencia al rato.
Ya lo sé: en el deporte hoy piensas una cosa y mañana otra, y entre la gloria y el fracaso hay una línea finísima, pero intuyo que suceda lo que suceda en Miami, un antes y un después marcará la actuación de este team fantásticamente bautizado como asere, con esa palabra que aunque parezca chabacana es únicamente nuestra, y nos identificará entre tantos «monstruos» del béisbol a partir de ahora.