La santiaguera se proclamó campeona de Cuba con 30 años. Autor: Cortesía de la entrevistada Publicado: 12/03/2022 | 08:43 pm
Con cuatro años, Yaniela Forgás Moreno perdió a su padre. De él tiene recuerdos tímidos, pero creció escuchando de muchas personas que Omar tenía locura con su única hija. Por fortuna, la santiaguera tuvo en su madre Aidée a alguien que la continuó alimentando con cariño desmedido. Cuando le dijo que deseaba ser ajedrecista, ella la apoyó desde el primer instante y a partir de ahí el respaldo se fortaleció.
¿Cómo llegó Yaniela al juego ciencia? Como muchos niños que cursan la enseñanza primaria y ven en la práctica de algún deporte la oportunidad perfecta para salir un poco antes de la escuela, se matriculó en ajedrez con nueve años sin tener la mínima idea de cómo se movían las piezas. El profesor Mauricio Rodríguez Betancourt no puso ningún reparo en aceptar a una alumna tranquila y muy centrada en los entrenamientos.
La química entre ambos no demoró en aparecer, a tal punto que Mauricio le decía a menudo que él era su padre. El estrecho vínculo entre ellos ha perdurado y hoy trasciende a la disciplina que los unió, de forma que el «profe» nunca ha dejado de aconsejarla y estimularla en sus objetivos.
Con 12 años obtuvo su primera medalla: bronce en un torneo por equipos en el que representó a la provincia santiaguera. Después participó en una justa juvenil en calidad de escolar y logró el subtítulo en la categoría superior y la corona en el primer tablero entre los escolares –fue un solo evento, pero se premió por categorías. En 2008, con 16 almanaques y sin tener todavía coeficiente Elo, clasificó a su primer Campeonato Nacional de mayores.
«Jugar ese torneo fue cumplir uno de mis mayores sueños en aquel momento. Creo que muy pocos pensaron que yo podría conseguir un boleto para la lid final, en la que me enfrenté a excelentes jugadoras como Maritza Arribas, Oleinys Linares, Lisandra Ordaz, Yanira Vigoa, Sulennis Piña, Zenia Corrales, Jennifer Pérez, Yuleikis Fleites, Yerisbel Miranda, entre otras. Aunque perdí varias partidas, el hecho de estar entre las mejores del país me colocó en la gloria», recuerda Yaniela.
Junto a su esposo, el GM Lelys Martínez, y el pequeño Abraham Stanley.Fotos: Cortesía de la Entrevistada
Luego de intervenir en ese fortísimo certamen, la oriunda de Palma Soriano siguió sumando asistencias en finales de campeonatos domésticos para damas y tanto en 2019 como en 2020 conquistó la presea de bronce, desempeños que, según sus palabras, le hicieron entender que sí podía luchar por el título si hacía una mejor preparación.
Cumplir el propósito de cambiar el color de esas medallas no tardó demasiado y ya el pasado febrero Forgás se convirtió en la cuarta atleta de su territorio en convertirse en monarca ajedrecística de la Isla. En Holguín rubricó una actuación de ocho triunfos, un empate y dos reveses, la cual le permitió reunir 8,5 puntos y asegurar un cupo en el representativo antillano que competirá en la próxima Olimpiada Mundial.
«Se ha vuelto costumbre que los Nacionales femeninos sean muy reñidos, estamos todas con esas ganas de triunfar. Desde el principio existió tremenda tensión y creo que cada una de las competidoras tenía el objetivo de doblegar a la pinareña Lisandra Ordaz, la favorita, por ser una superjugadora, dueña del mayor Elo en el ranking nacional y la única en el país con el título de Maestro Internacional (MI) sin distinción de sexo.
«En el enfrentamiento contra Ordaz salí a buscar el punto, pero ella es una excelente atleta. Fue una partida muy interesante, con posibilidades de victoria para ambas. Quien sepa de ajedrez y analice el duelo comprobará que no conservamos nada, arriesgamos bastante, pero al final empatamos.
«Siempre me enfoqué en intentar jugar mi mejor ajedrez, sin prestarles mucha atención a lo que sucedía en los restantes tableros. Antes de la novena ronda me quedé sola en la cima, ante las tablas de Lisandra con Oleinys. En esa novena ronda perdí con Zirka Frómeta, quien jugó una partida como en sus mejores tiempos, y me “cayó un cubo de agua fría”, se me estaba escapando de mis manos la corona, por lo que yo fui a ese torneo. No obstante, me sobrepuse a ese revés y felizmente conseguí el primer lugar.
«Eso sí, recuerdo que en la última ronda terminé mi desafío antes que el de Ordaz. En lo que esperaba ese resultado, yo era puro nervio. Si ella ganaba, había que desempatar en las rápidas. Finalmente concluyó en una igualada y no fue necesario lo anterior. Lo que se vive ahí, esas emociones, yo no sé todavía ni cómo tengo corazón», asegura sonriendo la trebejista que también fue reina nacional universitaria en 2013 y 2015, además de subtitular en 2011.
—Antes de iniciar el torneo y teniendo en cuenta la estabilidad alcanzada en los últimos tres años, ¿te veías campeona?
—Muchos seguidores y varios ajedrecistas me decían que yo podía ser campeona. A mi esposo, el Gran Maestro (GM) Lelys Martínez, siempre le dije que yo quería ganar este Nacional. Él me recomendó que no me presionara, pero tenía muchas ansias. Sabía que sería un torneo muy difícil y me quedo con la felicidad de haber conseguido esa actuación.
—¿Cuáles son tus expectativas de cara a la venidera Olimpiada Mundial?
—La verdad es que quiero luchar por un oro olímpico. Llevo bastante tiempo preparándome para ello, cuando llegue la competición veremos qué ocurre. Igualmente aspiro, con mis compañeras, a lograr un buen rendimiento como equipo y mejorar esa gran actuación que fue el cuarto lugar en Khanty-Mansiysk 2010.
—Dijiste una vez que entre tus objetivos estaba obtener títulos entre hombres. ¿Lo mantienes?
—Por supuesto que lo mantengo. Eso lo dije hace dos o tres años, no recuerdo exactamente. Primero quiero romper la barrera para mí de los 2400 puntos de Elo, lograr el título de MI masculino y por qué no el de GM también. Me prepararé para eso. Uno tiene que soñar en grande y yo soy una soñadora.
—¿Cuál es tu opinión del ajedrez en Cuba en el presente?
—Lastimosamente, hemos perdido muchas figuras, en el masculino principales jugadores. Y eso ha repercutido en el ajedrez cubano en la actualidad. Pero sí existen numerosos jugadores jóvenes con muchas ganas y a ellos hay que darles oportunidades. En el femenino ya han demostrado calidad varias muchachas, entre ellas Ineymig Hernández, muy estable. Jugó un primer Nacional, nadie la conocía, y tuvo un rendimiento de ensueño que la ubicó sexta. Este año volvió a participar y repitió otra buena actuación.
—¿Cómo es tu relación con Lelys?
—Se basa en mucho amor y respeto. Ahora estamos más tiempo juntos, pero hubo ocasiones en que estábamos juntos prácticamente seis meses, contando los torneos. Llevamos como pareja 16 años y él es una maravilla de hombre. Es mi entrenador y mi consejero, alguien que me apoya y me guía siempre. Se prepara bastante cada vez que me toca jugar, caracteriza a mis contrarias y me planifica estrategias, pues acumula más experiencia que yo. Como padre es el mejor, pues tenemos un hermoso hijo, Abraham Stanley, de ocho años.