La discóbola cubana Yaimé Pérez logra bronce olímpico en Tokio 2020. Autor: Tomada de PL Publicado: 02/08/2021 | 11:22 pm
TOKIO.― Cuando Juan Miguel Echevarría y Maikel Massó pasaron a dar declaraciones a la prensa seguían cojeando. El primero, incluso, pidió una silla mientras hablaba su compañero, y ambos aunque firmaron el tercer dos-tres de Cuba en unos Juegos Olímpicos tenían cierta nostalgia en el rostro.
Casi con el oro y la plata en sus manos, se apareció el griego Miltialis Tentoglou en su último intento y saltó lo mismo que Juan Miguel (8.41 metros) para quedarse con el título, pues su segundo mejor brinco fue más largo que el del cubano, quien había liderado la clasificatoria con 8.50.
Ninguno de los dos pudo ripostar, pues sendas lesiones los sacaron de competencia antes de ejecutar todos los intentos posibles.«Eso es lo que más me duele, dijo Juan Miguel. Cuando vi cómo iban saliendo las cosas, pensé que solo el griego podría igualar o superar mi marca, pero que fuera en su salto final y con un registro igual al mío, eso es duro, muy duro».«Soñé a Cuba en lo más alto del podio, y un oro y una plata olímpica iban a ser históricas para nuestro país; que te hayan arrebatado ese sueño en fracciones de minutos resulta un golpe fuerte, doloroso.¿Y qué pesa más: la derrota o el haber ocupado el segundo lugar en una Olimpiada?, le preguntaron en la zona mixta.
«La derrota, esa es la verdad. Traté de contener las lágrimas de dolor, pero no pude. Me queda la satisfacción de que lo di todo, en cada salto me entregué en cuerpo y alma. Incluso cuando logré mi mejor marca de la jornada, fue la vez que menos le puse, pues quería asegurar y no cometer falta».
En Sidney 2000 sucedió parecido, pero a la inversa, con el final feliz para Cuba, tras un salto de 8.55 metros de Iván Pedroso, que dejó vestido para el baile dorado al anfitrión Jai Taurima (8.49).
Desde entonces solo Ibrahin Camejo en Beijing 2008 logró volver al podio en salto largo y nunca dos cubanos habían alcanzado medallas a la vez en esa especialidad.
Para Massó ese bronce tiene otra connotación. No registró una buena temporada previa a los juegos y en la ronda eliminatoria registró una marca por debajo del mínimo exigido.
Sin embargo, este lunes se creció y con 8.21 metros estuvo de segundo en el ordenamiento, detrás de su compañero, hasta el vuelo del griego.«El bronce sin dudas marcará mi carrera. Me inspira, nunca había sentido tanta felicidad», dijo quien ganó dos campeonatos mundiales juveniles, pero entre mayores no ha tenido igual fortuna.
Disco de bronce al aire
Si con las preseas de los saltadores comenzó la jornada para Cuba, el cierre también tuvo a una representante del atletismo como protagonista. La discóbola Yaimé Pérez, una de las favoritas al título, consiguió el metal bronceado, e igualó la actuación de Denia Caballero en Río de Janeiro 2016 y Yanelis Barrios en 2012. Lo mejor sigue siendo el disparo dorado de Maritza Martén en 1992.
En Tokio, la estadounidense Valarie Allman (68.98 metros) y la alemana Kristin Pudenz (66.86, marca personal) antecedieron a Yaimé (65.72 metros) en una noche pasada por agua en el estadio olímpico.
«Estoy feliz por ser medallista, pero no estoy satisfecha. Como todo atleta, uno siempre quiere más y yo quería el oro».
La abanderada de la delegación cubana junto a Mijaín López, lamentó que el fuerte aguacero obligara a detener la lid.
En esa jornada Yarisley Silva se clasificó a la final del jueves del salto con pértiga con brinco de 4.55 metros, mientras Zurian Hechevarría (400 c/v) no pasó de semifinales tras tiempo de 55.21 segundos