La Oficina del Comisionado de las Grandes Ligas aprobó un paquete de modificaciones al reglamento para la temporada. Autor: Osval Publicado: 17/03/2020 | 09:40 pm
Enfocados en reducir el tiempo promedio de los juegos, unos proponen la drástica y nada beisbolística idea de recortarles dos innings de un tajo, y MLB, más conservadora y fiel a las esencias de este deporte, propone entre sus ajustes uno que Cuba pretende aplicar también: cada pitcher debe enfrentar, como mínimo, a tres bateadores.
La Oficina del Comisionado de las Grandes Ligas aprobó un paquete de modificaciones al reglamento para la temporada que debía empezar el 26 de marzo, pero a causa de la expansión de la pandemia de la covid-19 por Estados Unidos, los últimos reportes de prensa apuntan que el inicio no será antes de mayo.
En el reciente seminario con los directores de la próxima Serie Nacional cubana se sometió a debate la propuesta de incluir en el documento rector del campeonato la misma cláusula que de golpe elimina los pitchers situacionales. Sin embargo, una cosa es MLB y otra SN.
En la Gran Carpa hay una tendencia creciente al uso intencional del bullpen para lanzarles a tres o menos bateadores, e incluso, cada vez aumentan los relevistas que abren juegos y no enfrentan a muchos hombres. Los estudios han demostrado que los cambios constantes de pitchers consumen un tiempo nada despreciable.
Acá, lamentablemente, la situación es muy diferente. Los staffs no disponen de la misma profundidad, calidad y mucho menos se puede hablar de especialización del bullpen. No son pocos quienes doblan turno: rotación y relevo, más por necesidad que por talento probado para ambas funciones.
Cuando los abridores se bajan de la lomita, por la causa que sea, suelen comenzar los martirios de los directores. A veces, dígase también, se arma el cambia-cambia de pitchers por razones injustificadas y los juegos se dilatan más de la cuenta.
Si la medida es para regular el uso del pitcheo y evitar que en su afán «championista» los mentores abusen de sus mejores cartas en los dos primeros tercios del campeonato, podría entenderse, porque la mala administración de los lanzadores sí es un fenómeno típico de nuestra pelota.
Mucho agradecería nuestro béisbol el empleo racional de los serpentineros desde el principio de la serie para evitar que al último tercio lleguen varios equipos con su cuerpo de lanzadores agotado, por el sol de los juegos diurnos y, peor aún, por sobrexplotación.
Pero si la propuesta es para ganar tiempo como en MLB, probablemente el remedio sea peor que la enfermedad. Allá tiene un sentido lógico: modificar una táctica de juego que en esencia es dilatoria; acá limita arbitrariamente las opciones de ganar partidos moviendo los pitchers, que salen demasiadas veces inefectivos y sin control.
Son dos fenómenos distintos, la solución no debe ser la misma. Quizá dos bateadores por cada actuación monticular pudiera ajustarse un poquito más a nuestro contexto, pero las ganancias en tiempo estoy casi seguro de que no serán apreciables.
Sin caer en el extremismo de los siete innings, lo eficaz sería enfocarse mejor en acelerar procesos de juego donde sí se malgastan segundos que suman minutos, y minutos que llegan a la hora.