BARRANQUILLA.— Pinar del Río, Miramar, Villa Clara, Habana… Estos nombres a usted le son familiares, pero escucharlos en esta ciudad aguzaron el oído de este reportero. ¿Pinar del Río? ¿Miramar? ¿Serán lugares de aquí, o se refieren a mi Cuba?
La respuesta sorprende y agrada, lo que conozco luego contrasta. Son estos barrios ubicados por toda Barranquilla referencias a Cuba en Curramba la Bella.
Dentro del caótico y desmesurado crecimiento urbano de Barranquilla en las últimas dos décadas, dos barrios se sitúan donde se pierden las referencias de la ciudad más tradicional y se notan nuevas urbanizaciones, aunque los contrastes resalten a la vista.
Con nombre de ciudad cubana, Pinar del Río es un barrio marginal en esta ciudad. Sus habitantes sobreviven en medio de carencias. Arriba de ellos, sobre una loma, con una vista portentosa del encuentro definitivo del río Magdalena —que discurre por toda la urbe— con el mar, hay un lugar con nombre habanero: Miramar.
Ambos barrios están apenas separados por una carretera, que aquí llaman Circunvalar, y algunas laderas escabrosas.
Al lado de Miramar otro nombre cubano salta: Campo Alegre. A diferencia de la rural localidad matancera, este es un barrio para «la clase media» barranquillera, y en él viven quienes en realidad puedan pagárselo. Los edificios de Miramar y Campo Alegre son la viva estampa de la oda a la globalización: ventanales de cristal, paredes color ladrillo, calles limpias y vacías. No se ve un alma mientras el reportero transita cerca.
¿Y Pinar del Río? Cuentan los lugareños que este es un barrio nacido del monte. Junto a sus habitantes proliferan los mosquitos, escasean los servicios públicos y solo una carretera pavimentada conduce a la barriada.
El Pinar del Río de Barranquilla fue fundado hace 20 años por desplazados a causa de la violencia. Huían de masacres en sus pueblos rurales de toda la vida. Poco a poco en el descampado del monte se juntaron 500 familias. Pavimentaron la carretera y construyeron una escuela. También un salón comunal. La inseguridad persistía, pero era preferible a la violencia desmedida.
El barrio tiene una cancha de fútbol. Desde allí se ven los altos edificios de Campo Alegre y Miramar.
Miramar encima, Pinar del Río debajo. Dos ciudades dentro de la ciudad. Dos mundos en una urbe común que están, a la misma vez, muy cerca y muy lejos. Uno arriba y el otro abajo… bien abajo.