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Un tulipán embellece Villahermosa

Sergei Tiviakov, el único trebejista capaz de lograr siete unidades, se llevó los lauros del torneo Jugando en Concreto. Los cubanos Lázaro Bruzón y Yunieski Quesada no pudieron dar el golpe de gracia en sus duelos

Autor:

Javier Rodríguez Perera

Amén de que fuera el ajedrecista ruso naturalizado holandés Sergei Tiviakov (2590) el más favorecido, nunca me lancé a pronosticar su triunfo. Cuando el aliento de vida que le quedaba a la quinta versión del torneo mexicano Jugando en Concreto, que se desarrolló en el Hotel Villahermosa, se traducía a solo una ronda, decidirse por un hipotético vencedor era tan peligroso como correr desenfrenadamente por un trampolín lleno de aceite y jabón, y darse cuenta en el último momento, de que la piscina pide a gritos agua.

Sin embargo, Tiviakov aprovechó su ligera ventaja en la punta y en su duelo conclusivo ante el peruano Emilio Córdova (2649) sacó una importante igualada en 11 movimientos de una Defensa Siciliana, que lo vistió de monarca de esta justa, al ser el único trebejista capaz de lograr siete unidades, distribuidas en cinco triunfos y cuatro igualadas.

Aclaro que si me mostré conservador a la hora de decidirme por un futuro campeón a falta de una ronda, eso obedeció a la sencilla razón de que dos exponentes cubanos respiraban en la nuca del europeo y ambos tenían un cierre menos exigente que el de Tiviakov. No obstante, ni el tunero Lázaro Bruzón (2618), ni el villaclareño Yuniesky Quesada (2626) pudieron dar el golpe de gracia en sus duelos respectivos.

Los dos igualaron sus partidas, toda vez que Quesada firmó las paces con piezas blancas en 13 movidas de una Defensa Siciliana ante su coterráneo Orlen Ruiz (2449) y Bruzón hizo lo mismo con trebejos negros ante el habanero Leonel Figueredo (2379), pero en 11 desplazamientos de una Apertura Ruy López (Sistema Moeller). Así las cosas, estos dos ajedrecistas olímpicos de la Isla concluyeron su tránsito por la justa con 6,5 puntos, al igual que Córdova, para compartir entre ellos los puestos del 2 al 4.

Al cierre se jugaban varias partidas que definían los restantes lugares de esta lid, que reunió a más de una docena de antillanos.

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