Rafael Viñales lideró el derby de jonrones. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 06:41 pm
MATANZAS.— Toda la madrugada del sábado estuvo lloviendo aquí. Un poco más al este también. Y por el sur, y por el oeste, y por el norte el mar no estaba de buen humor. La gente amaneció mirando al cielo y suplicándole que dejara ver, aunque fuera un rato, a sus estrellas de la pelota.
Y tantos «rezos», con toques y bailes de conga incluidos en las gradas del Victoria de Girón, fueron escuchados por el santo de los aguaceros. Otros se encomendaron al refrán de que no hay sábado sin sol… Cerca de las cuatro de la tarde, los astros del béisbol nacional comenzaron a iluminar, desde Matanzas, a toda Cuba, y más allá también.
Ante una fiel afición que desafió la lluvia, recibieron el diploma al Honor Deportivo dos grandes bateadores de todos los tiempos: Miguel Cuevas y Lázaro Junco, como parte de la ceremonia de inauguración, presidida por el miembro del Buró Político Miguel Díaz-Canel, Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
Si el día antes el tunero Rafael Viñales había exhibido muñecas de Hércules para golpear con furia a la pelota, ayer dejó claro que lo suyo no fue obra de la casualidad: ganó el derby de jonrones con cuatro bambinazos, uno de los cuales rechinó violentamente en lo último del graderío de la banda izquierda.
«Lo mío es batear, disfruto los batazos grandes, pararme en home y darle bien a la pelota, ver cómo camina», me había comentado un rato antes, cuando todavía el cielo era un amasijo de nubes llorando y hacía horas que un grupo anónimo de obreros estrellas estaba tratando de acondicionar el terreno. Porque si hubo juego fue gracias a los artistas (no otra cosa fueron) de mantenimiento, un team de virtuosos que mereció un aplauso antes del play ball.
No había terminado el árbitro principal de dar la orden de empezar, cuando ya el guantanamero Julio Pablo Martínez, primer bate de Orientales, le estaba haciendo swing al primer envío de Yoanni Yera y la bola fue a dar al otro lado de las cercas por el bosque derecho. Ese bambinazo sería el único jit de los jugadores del este en todo el partido.
Un inning después, los occidentales negociaron el abrazo con fly de sacrificio del pinero Leonardo Urgellés que empujó a Yordanis Samón, quien se había embasado por tubey frente a los envíos de Freddy Asiel Álvarez. Y no hubo más carreras hasta el cierre del quinto episodio, cuando el propio Urgellés le conectó jonrón al serpentinero del Guaso Dayron Alexis Riera.
El pinero Leonardo Urgellés impulsó las dos carreras de los vencedores. Foto: Juan Moreno
El isleño le dejó así un mensaje a los mentores por no solicitarlo para lo que resta de torneo: «Si me necesitan, estoy a la orden, y en forma».
En las gradas seguía sonando la conga y en el cielo volvieron a posarse los nubarrones con malas intenciones. Pero ya el juego era válido.
Un certero relevo del «cachorro» Carlos Santiesteban y un mal corrido de las bases de Dainer Gálvez frustraron la posibilidad de los dirigidos por Víctor Mesa de despegarse más en el marcador en el sexto inning.
En lo adelante, nadie pudo quebrar el dominio de los lanzadores. Ni por uno, ni por otro bando. A la pizarra solo le colgaron ceros en las entradas siguientes, y de los últimos tres outs se encargó el Barbero de Guanajay, José Ángel García, que vestirá ahora la franela de los Tigres en la segunda parte del campeonato.
Para la historia, Occidentales y Orientales tienen 14 victorias cada uno. Víctor conservó el invicto como mánager en Juegos de Estrellas (4-0) y tiene la misma cantidad de triunfos que Higinio Vélez —ambos lideran a los mentores exitosos en duelos estelares—, y abdicó por primera vez Roger Machado.
Pero estoy seguro que al pulso entre Víctor y Roger le quedan aún los mejores capítulos en la actual Serie Nacional. ¿Será en el play off por el título?